LA MADRASTRA, ÚNICA ACUSADA EN LA MUERTE Y AGONÍA DEL PEQUEÑO JCC

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POR ANDRÉS RESILLAS//

Alejandra, la que ahora está acusada de homicidio calificado por la muerte del pequeño de cinco años JCC, estaba molesta por la situación con su pareja. Julio le había pegado en el Cereso Mil Cumbres cuando ella le anunció que estaba embarazada.

Tenía también la obligación y responsabilidad de velar por el hijo de cinco años de Julio, como lo hacía desde hace un año en que quedó sola.

Pero el niño había cometido el “error” de tomar las ofrendas a la Santa Muerte y consumirlas; un vaso de cerveza y una manzana. De igual manera estaba molesta porque el niño se salió de la vivienda a caminar por las calles de la colonia Flores Magón.

Fue entonces que decidió amarrar de pies y manos al pequeño mientras ella salía a trabajar.

También dejó de darle de comer. Y como una forma de desagravio, Alejandra le propinó varias mordidas al infante: una en la barbilla, otra en el brazo y una más en el chamorro.
Alejandra argumenta que le dejaba los alimentos al pequeño, pero que cuando regresaba no los había consumido.

Lo cierto es que el niño no comía sus tres raciones diarias, al contrario, cada día comía menos y Alejandra confesó que el infante llegó a no comer hasta por tres días consecutivos.

Sin embargo, la madrastra no explica por qué no se dio cuenta que el niño comenzó a tener problemas pulmonares; que necesariamente requería de atención médica.

Es imposible que durante semanas Alejandra no se diera cuenta del deterioro físico que estaba sufriendo el pequeño por la falta de alimentos y medicinas.

Durante un mes Alejandra ocultó al niño de familiares y vecinos. Cada tercer día salía a trabajar a un hotel de Morelia de las dos de la tarde hasta las siete de la noche. Tiempo que el niño estaba amarrado de pies y manos, descalzo.

La abuela del pequeño llegó a preguntar por él en varias ocasiones, pero Alejandra le contestaba que lo había dejado con su madre. Lo que era falso. El pequeño estaba muriendo poco a poco.

Alejandra dice que no golpeaba al pequeño JCC y que solamente además de las mordidas, un día le pegó un manotazo en la espalda.

Sin embargo, el cadáver del infante no sólo presentó múltiples laceraciones, sino también quemaduras, equimosis y una lesión en la parte cerebral, es decir, en la cabeza.

LA ACUSACIÓN Y LA DEFENSA

Todas las circunstancias narradas, sirvieron para que la Fiscalía acusara a Alejandra de homicidio calificado por
la muerte del pequeño JCC. Esa tipificación del delito consigna un castigo de 20 a 35 años de prisión, según el Código Penal del Estado.

La Defensa de Alejandra rechazó esa tipificación del homicidio y le dijo al juez que se trataba de un homicidio simple, pues no hubo premeditación, dolo y saña.

Sin embargo, a la Fiscalía no le costó trabajo describir el sufrimiento del niño para acreditar el dolo y la saña.

Dijo que su cuerpecito era fiel prueba del trato cruel e inhumano al que fue sometido.

Alejandra era una estatua en la sala de audiencias. En toda la sesión mantuvo la mirada en el suelo y sólo alzaba los ojos cuando el juez se refería a ella por su nombre.

Su rostro denotaba seriedad, tristeza, arrepentimiento, preocupación. Incluso el juez le preguntó en dos ocasiones si se sentía bien y en una de ellas ordenó que se le llevara un vaso con agua. Alejandra sólo tomó un sorbo y lo dejó.

El juez Juan Salvador Mejía no vaciló en declarar a Alejandra como vinculada al proceso. Su propia confesión y la de sus familiares, así como las pruebas periciales y demás testimoniales dieron una versión coherente y lógica de los hechos.

Se comprobó que la única persona que había estado junto al niño era Alejandra; que lo tenía bajo su responsabilidad y que estaba involucrada en su muerte.

La Fiscalía por su parte pidió cuatro meses de plazo para concluir las investigaciones y reforzar su acusación.

Se realizarán pruebas periciales dentales, para comprobar si las mordidas que presentó el cuerpo infantil fueron propinadas por Alejandra. Igualmente se realizarán estudios psicológicos y se citará a comparecer a otros testigos.

Los dos defensores de oficio poco pudieron hacer para ejercitar el derecho de contradicción en la audiencia. La Fiscalía tenía muchos elementos de prueba.

El ambiente en la audiencia fue tenso, silencioso; más silencioso que de costumbre. La narración de cómo había muerto el pequeño JCC nos tenía consternados a todos.

Las palabras crueldad, saña, inhumano, dolo y odio, se escuchaban una y otra vez.

La imagen del pequeño y su sufrimiento al morir quedó en la mente de todos los asistentes……….

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