ARTÍCULO DE OPINIÓN: NARRACIONES PEDAGÓGICAS. Por el Mtro. Reynaldo Herrera Chávez

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En la vida del docente, existen experiencias de su práctica educativa que valen la pena ser compartidas porque en ellas existen manifestaciones de emociones, alegrías y realizaciones ante las expresiones de triunfo de los educandos cuando éstos logran llevar a cabo acciones en las que ponen en juego su creatividad, sus destrezas y su corazón. A continuación se narran algunas de estas experiencias:
En el contexto del desarrollo de la currícula de la Licenciatura en Educación Física, existe la materia denominada

“Asignatura Regional”, que tiene como propósito fundamental que los egresados de las escuelas normales adquieran una formación para dar respuesta con pertinencia y equidad a la realidad educativa nacional en cualquiera de los contextos socioculturales, niveles, modalidades o servicios educativos. El tema que, dentro de los que se proponen en el Plan de Estudios vigente en la Licenciatura de Educación Física, la Escuela Normal de Educación Física en Michoacán decidió aplicar, fue el denominado “Educación Física en el Medio Rural y en Comunidades Indígenas”, que entre otros objetivos plantea el rescate de los juegos y deportes tradicionales y autóctonos para que el futuro docente los utilice en su práctica profesional en las escuelas de Educación Básica.

Entre otros juegos tradicionales rescatados y puestos en práctica por los alumnos del sexto semestre de ENEF, están los siguientes, que forman parte de estas narraciones pedagógicas:

Una vez reafirmado el aprendizaje de la elaboración de papalotes dentro del aula, los alumnos salieron a la pista de la cancha de futbol a volarlos; al hacerlo, pudieron darse cuenta que algunos no volaban por las fallas en su elaboración. Esto sirvió para perfeccionar su diseño, de tal suerte que al momento de presentarse a las jornadas de prácticas, convencieron a las madres de familia para que se involucraran, junto con sus hijos, en la participación del diseño de estos materiales.

El hecho sucedió en una comunidad ubicada en la rivera del lago de Pátzcuaro; las mamás del preescolar se presentaron por la tarde para participar en el taller de elaboración de papalotes junto con sus hijos; ellas mismas se hicieron cargo de adquirir los materiales necesarios y llevarlos. Con esmero y dedicación ayudaban a sus pequeños hasta lograr tener terminado el papalote para cada uno de ellos.

Era una tarde de marzo, soleada y con bastante viento, de ésas de las que dice el dicho popular que “si febrero es loco, marzo es otro poco”, y en una llanura de las que aparecen en la superficie que la tierra le arrebató al lago, pero que al disecarse, queda la humedad para que florezca el pasto verde. Así es que, emocionados los niños del preescolar, dirigidos por su maestro practicante, se trasladaron hasta este lugar acompañados de sus mamás y se pusieron a jugar a volar sus cometas.

Las expresiones de júbilo y de contento no se hicieron esperar; los pequeños gritaban, reían, corrían, llamaban la atención de sus progenitoras para que éstas compartieran su dicha; ellas respondían con gestos y manifestaciones de triunfo y de satisfacción en sus rostros al ver que sus hijos eran plenamente felices con el resultado de una actividad compartida. Todo el ambiente era de algarabía, risa y gozo; los niños corrían de un lado a otro; querían que todos sus compañeros los vieran; les presumían que su papalote era el más bonito, el que volaba más alto; cuál más llamaba la atención de su maestro o su mamá para que fueran a ver su obra de arte. En fin, la actividad terminó por cansarlos; y sudorosos, pero felices, después de haber jugado y compartido sus alegrías y sus triunfos, agotados regresaron a sus casas comentando con sus mamás lo bonito que estuvo su juego.

La segunda experiencia que quiero compartir es la del juego de pelota purépecha, conocido también como uárhukua, que al igual que el juego anterior, los alumnos de la ENEF aprendieron a elaborar la pelota dentro del aula, y consiguieron por su cuenta los bastones. Ya con los materiales en su poder, salieron a las canchas a poner en práctica lo aprendido; pudieron comprobar que, aparte de lo divertido, es un deporte en el que se ponen en movimiento todas las partes del cuerpo; rápidamente cansa y hace sudar a chorros a los participantes.

Previo a la elaboración de la pelota, los estudiantes conocieron través de videos, lecturas e investigaciones, la parte teórica del juego, su historia, su significado simbólico para la cultura purépecha, su rescate y cómo poco a poco se ha venido convirtiendo en un deporte nacional, de tal manera que existe ya una Federación Nacional de Juegos y deportes autóctonos y tradicionales.

La parte esencial de la experiencia pedagógica se dio en el momento de ver a los alumnos normalistas poner en práctica este deporte con los niños de preescolar. Y lo sorprendente, fue comprobar cómo adaptaron el juego, de tal manera que en vez de bastón de madera, simplemente utilizaron un palo de escoba con una botella de plástico amarrada en el extremo en forma de “L” fijada al palo con un amarre de muchas vueltas muy apretado. A mí no se me hubiera ocurrido; haciéndolo así, evitaban que los niños se fueran a lastimar al golpearse accidentalmente con el “bastón”. De nuevo se pudieron percibir las caras de triunfo y de goce de los alumnos practicantes al ver el éxito que el juego tuvo con sus alumnos. Pero lo más interesante, ver las caritas de los niños emocionados, divertidos, llenando la quietud de la comunidad con griteríos escandalosos de felicidad que se escuchaban alrededor de la escuela.

La tercera narración, es la referente al juego de los zancos; parecería que sólo los niños son capaces de emocionarse cuando logran aprender y dominar un juego
para ellos desconocido; pero no es así, también los jóvenes docentes en formación se emocionaron tanto como los niños.

La experiencia más reciente sucedió apenas el pasado 12 de mayo del presente año de 2014. El plan de la clase era salir a la pista de la cancha de futbol para aprender a andar en zancos. Pero ¡oh!, surgió el gran inconveniente imprevisto; resulta que la naturaleza decidió boicotear nuestra clase, porque apenas dieron las siete de la mañana, y de pronto se suelta una lluvia intermitente que no paró hasta después de las once de la mañana. ¿Cómo hacerle para practicar el juego, si los zancos sólo se pueden utilizar en el suelo de tierra o en el que se encuentra cubierto de pasto?, porque en el pavimento se resbalan y pueden provocar accidentes; más tratándose de que algunos alumnos no sabían andar en los zancos y apenas se disponían a aprender.

La solución que se nos ocurrió fue la de utilizar el poligimnacio, comprobando previamente que las puntas de las patas de los zancos estuvieran cubiertos de hule para evitar que se resbalaran en el piso de cemento. Afortunadamente se pudo disponer de los pares suficientes para que cada alumno contara con los suyos. Rápidamente se trató de conseguir el poligimnacio, pero no contábamos que tampoco este espacio se podía utilizar, porque estaba recién pintado. ¡Parecería que todos los obstáculos se juntaban para que la actividad no se realizara!

Afortunadamente se dispuso de la sala de danza, como única opción para la sesión; del total de alumnos asistentes a la clase, por lo menos había un promedio de 8 que jamás habían intentado este juego, entre los que se contaban tres mujeres.

Se dieron las orientaciones y se puso el ejemplo por parte del profesor del cómo utilizar los zancos. Y es que en cada juego o actividad que se ponga en práctica, el profesor debe poner el ejemplo y demostrar cómo se hace. Con la ayuda de los alumnos más avanzados, que ya dominaban el juego, los que iniciaron su aprendizaje, rápidamente lograron dominarlo; con inseguridad y temor al principio, porque no lograban mantenerse en equilibrio, pero poco a poco, todos terminaron caminando muy bien con los zancos. Era curioso ver las caras de emoción y felicidad de aquellos que lograban hacerlo. Y en estas reacciones, en nada se diferenciaban en su lenguaje corporal de los niños, cuando logran triunfar en sus esfuerzos por realizar algo nuevo.

Mientras se ponía atención y se apoyaba a los que iniciaban su aprendizaje, otros tomaron la iniciativa de formar hileras de cuatro o cinco alumnos, que de manera pareja, se dirigían de un extremo a otro de la sala; otros más les tomaban fotografías con sus celulares. Poco después, pusieron música en sus teléfonos inteligentes para que algunos de sus compañeros se movieran al ritmo de la misma. Fue muy hermoso y divertido ver las distintas coreografías que de la iniciativa creadora de los alumnos brotaba en la práctica. Tuvimos que parar la actividad, porque sin darnos cuenta ya se había terminado el tiempo de la sesión, con el disgusto de los que querían que continuara. Culminó la sesión y la lluvia seguía cayendo.
reynaldoherrera@hotmail.com

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