ARTÍCULO DE OPINIÓN: TODO SIGUE IGUAL. Por Juan Pérez Medina

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“Nada es tan desalentador que un esclavo satisfecho”

Ricardo Flores Magón.

Acabó la elección. Salvo pequeñas novedades, el país sigue igual. El PRI gana la mayoría del Congreso y sus personeros, firmantes del “Pacto por México”, lo acompañan en la distribución de las curules. 29% de los sufragios fueron para el PRI, con 21% para el PAN, 10.87% para el PRD, 6.91% para el PVEM y 3.72% para Nueva Alianza, el partido de Elba Esther Gordillo. En total, los partidos del régimen obtuvieron el 71.5% de los votos dejando a la oposición el resto, entre votos nulos y los obtenidos por MORENA, el PT y Movimiento Ciudadano, los cuales juntos apenas rebasan el 18%. Los electores, entre convencidos, interesados, convenencieros, comprados y engañados, votaron por la continuidad en el país. Es decir: por la preeminencia del PRI, por la corrupción, por la impunidad, por más “casas blancas”, el crecimiento de la pobreza, por el desempleo y el crecimiento de la emigración y por el aumento de la violencia.

La votación general alcanzó los 39 millones 872 mil 246 votos; 10 millones, 450 mil 907 votos menos que en la elección presidencial de 2012, incluyendo el 4.76% de votos nulos que fueron menos porcentualmente que en las intermedias de 2009, que alcanzó el 5.41%. El total de votantes rebasó el 47%, por encima del 44.60% de la votación alcanzada en 2009. Michoacán superó el porcentaje de votación hasta llegar al millón 472 mil 350 ciudadanos, equivalentes al 54.58 por ciento del padrón electoral.

Como se puede apreciar, los electores salieron a pesar de los nubarrones sombríos que rodearon el proceso en donde se predecía la existencia de violencia y la acción organizada por los maestros de la CNTE para impedir las elecciones en Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Michoacán. La gente no mostró miedo, ni tampoco mostró el hartazgo que se previó; por el contrario, fue a votar y lo hizo por los mismos que hasta hoy nos han gobernado, sin importar que lo hayan hecho de manera consciente o por presión, coacción o compra de su voluntad. Todavía hay quien se queja de no haber recibido lo que le prometieron por votar por cierto partido. Pero ni siquiera eso es una novedad, pues en cada elección eso es una práctica inherente a los procesos electorales en México. Los votantes sufragaron por enésima vez por sus verdugos.

¿Qué fue lo que pasó? Se puede concluir que existe una pesada cultura electoral que no evoluciona y un conglomerado social que prefiere evitar los riesgos y votar por lo mismo que ha resultado malo, pero que no le genera incertidumbre. Un sector de ellos, vota aun de manera inconsciente por unas cuantas monedas o su equivalente. En la Entidad, el voto en las colonias y en las comunidades costó desde 200 pesos y hasta mil cuando fue necesario pagarlos. Esto último ocurrió sobre todo por la tarde, cuando los partidos y candidatos se dieron cuenta de que no les alcanzaban los votos y había que acarrear más electores costaran lo que costaran.

La elección no fue equitativa, ni mucho menos limpia. Los partidos del régimen, antidemocráticos como son, se distribuyeron el dinero público dejando en desventaja al resto de los candidatos. Pero además, se dedicaron en las 72 horas previas a la elección a comprar y coaccionar el voto.

Fue una elección de estado que mostró en toda su plenitud un ejercicio controlado para que arrojara, en términos generales, los resultados que los dueños del poder económico y político necesitaban. No fue una sorpresa la presencia de Alfredo Castillo días antes de la elección comandando la operación electoral de sus candidatos, sobre todo los que van al Congreso Federal. Eso explica en gran medida el voto cruzado de los electores, que aunque no dudo que exista, se vio fortalecido por la acción de quienes operaron a favor de los intereses de Peña Nieto. Incluyendo la operación a favor de Silvano Aureoles y Alfonso Martínez, candidatos ganadores a Gobernador y presidente Municipal respectivamente, con quienes existían acuerdos previamente establecidos. Con el primero a partir de la firma del “Pacto por México” y, con el segundo como resultado de las alianzas locales entre grupos de poder económico y político del PRI y el PAN. Seguramente, el proyecto de la candidatura independiente de Morelia tiene como destino en un futuro próximo la gubernatura.

El panorama sigue siendo muy difícil para la izquierda después de los resultados electorales que han favorecido a la centro derecha y su modelo económico neoliberal, pero no han podido mejorar sus circunstancias, como tampoco lo han hecho para las fuerzas populares.

Los que convocaron a no votar, a anular el voto, a impedir la elección y a repudiar con su voto a Peña Nieto deberán de repensar la táctica que han venido utilizando y que no ha concitado la adhesión de la mayoría hasta hoy. Los hechos no dejan lugar a dudas, pues no se ve un avance social que fortalezca la acción popular. Es menester mirar hacia dentro y reflexionar sobre lo que hemos venido haciendo a fin de relanzar los objetivos estratégicos de brindar libertad y progreso para el pueblo con justicia y dignidad.

 

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