OPINIÓN. POR UN NUEVO CONSTITUYENTE Y UNA NUEVA CONSTITUCIÓN. Por el Profr. Juan Pérez Medina (CUT – MICHOACAN).

N2-Hoy-se-conmemora-la-Promulgación-de-la-Constitución-de-1917-1

100 años de la Constitución de 1917 se cumplieron este 5 de febrero en medio del más grande malestar nacional y con un presidente que todo mundo quiere que renuncie. A cien años de distancia la actual Constitución es un remedo de aquella que aseguró los bienes nacionales, el derecho al trabajo, la seguridad social, el derecho a sindicalizarse, a profesar la creencia que cada quien quisiera, a obtener educación gratuita y laica e hizo entrega de las tierras a sus verdaderos dueños.

Se han hecho decenas de modificaciones a aquella carta magna que en muy poco han continuado la orientación social y política y, sobre todo en los últimos 50 años, las modificaciones que ha sufrido son más un retroceso. A partir del Gobierno de Miguel Alemán Valdés, nuestra constitución ha venido experimentando una pérdida de su esencia fundamental que le inyectaron los constituyentes de 1917. Pero ha sido a partir de Carlos Salinas de Gortari en que el proceso de contrareforma se ha acelerado y evidenciado en su total magnitud. De aquella Constitución no queda prácticamente nada de lo esencial de su propuesta de país.

Las tierras, aguas, litorales, el subsuelo y hasta el aire ha sido entregado a los capitales extranjeros y la gran burguesía nacional renunció a garantizar un desarrollo propio, convirtiendo al país en una inmensa maquila al servicio de los grandes capitales foráneos, quedando como en la época de la colonia, en serviles gerentes y capataces con enormes ganancias. Se prefirió comprar la tecnología que crearla y limitar la ciencia a la generación de científicos para las grandes corporaciones.

Si uno mira lo que trae puesto y lo que a diario utiliza y consume se da cuenta de que este país es un gran mercado de las marcas extranjeras y, sí a eso le sumamos nuestra cultura consumista y malinchista, compramos marcas y si son de fuera mejor; pero a veces no queda de otra, no hay innovación tecnológica que comprar que tenga marca mexicana porque nuestros gobernantes nos convirtieron en la gran maquila y el gran mercado americano y asiático.

Lo han hecho utilizando las instituciones políticas del estado que se fortalecieron en esa Constitución y que fue inspirada en la primera constitución mexicana del 22 de octubre de 1814, conocida como la Constitución de Apatzingán; en donde se reconocían los tres poderes: el legislativo, el ejecutivo y el judicial. Los responsables de la actual ofensiva en contra del pueblo han aprovechado estas figuras para desmantelar el carácter social y soberano de la constitución de 1917.

Las modificaciones hechas han permitido que se precarice el trabajo, se entregue cerca del 40 % del territorio nacional a los explotadores de nuestras riquezas del subsuelo y el petróleo y han logrado hacer de la impunidad y la corrupción una constante que ha empobrecido a más de la mitad de los habitantes del país.

Es necesario reivindicar la Constitución de 1917 y a los constituyentes que la hicieron posible. Verdaderos mexicanos de espíritu jacobino que pensaron en la emancipación de nuestro país y en la posibilidad de un futuro promisorio que hoy está en la incertidumbre. Para hacerlo, hay que luchar continuamente con el objetivo de derrocar el actual modelo de desarrollo e implantar una nueva perspectiva de nación en donde la independencia, la soberanía y la justicia sean fuentes inagotables de su acción.

Esta empresa nos deja como tarea esencial la derrota del actual sistema político; lo que implica echar fuera a los actuales partidos y a quienes los representan; anular en congreso federal y los congresos locales y convocar a un nuevo constituyente que redacte una nueva constitución recuperando el espíritu de aquella que se elaboró en 1917 y que acaba de cumplir una centuria en unas condiciones que dan pena. Los actuales representantes populares no nos representan. Son los que han hecho posible las contra reformas a la Constitución para entregar el país con sus riquezas y el trabajo de millones de ciudadanos que diariamente son explotados con salarios de hambre.

Pero no sólo han votado en contra del interés nacional, también lo han hecho para su provecho personal al brindarse emolumentos muy onerosos que rayan en el cinismo y la desfachatez. Enormes sumas de dinero nos cuestan a diario. Recursos que bien utilizados podrían fácilmente alcanzarnos para brindar alimentación nutritiva a todos los niños desamparados de México.

Las enromes sumas de dinero no sólo no disminuyen, sino que se utilizan para garantizarse la continuidad en puestos y cargos públicos a fin de continuar saqueándonos. Por ello es indispensable que levantemos la consigna en contra de los partidos políticos y el congreso como condición para avanzar en la conformción de un nuevo constituyente popular y ciudadano, integrado por los mejores hombres y las mejores mujeres que tengan la tarea de redactar para todos nosotros, pero sobre todo, para aquellos sin esperanza alguna, una nueva Constitución que ponga en el centro al hombre y acuda primero a atender a los desamparados, garantizándonos a todos la posibilidad de vivir en paz y con decoro.

La mejor forma de celebrar los 100 años de la Constitución de 1917 es luchando contra el sistema de partidos actual y el congreso, quienes son los que la han mancillado y convertido en una piltrafa de lo que aquella fue en su momento.

¡Fuera Peña! ¡Abajo las reformas estructurales! ¡No al gasolinazo! ¡Por un nuevo constituyente y una nueva Constitución!

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