OPINIÓN: LA URGENTE Y NECESARIA UNIDAD SINDICAL (Parte I) POR EL PROFR. JUAN PEREZ MEDINA

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1. ¿POR QUÉ HABLAR HOY DE LA UNIDAD SINDICAL?

Hay dos razones de primerísimo orden: una, la necesidad de los trabajadores de enfrentar unidos la ofensiva en contra del agravamiento de sus niveles de vida y, dos, la tendencia actual del capital o la patronal de desmembrar los sindicatos, disminuir la acción sindical e individualizar las relaciones laborales. Uno de los cambios que hace la reforma educativa de Peña Nieto y que impulsó y votó Silvano Aureoles, es precisamente la no intervención del sindicato a favor de sus agremiados en la aplicación de la Ley del Servicio Profesional Docente (LSPD), dejando al trabajador sin la posibilidad de que sea representado por su sindicato ante un posible despido, incluso se le niega el derecho establecido en el Artículo 123 de acudir a las juntas de conciliación y arbitraje y mucho menos a los tribunales del trabajo, que por cierto, Peña pretende desaparecer.

2. LA OFENSIVA EN CONTRA DE LOS SINDICATOS.

El sindicalismo en el mundo ha sufrido un permanente ataque de parte del capital en los últimos 40 años. México no ha sido la excepción. La campaña en contra de las organizaciones sindicales ha consistido en culpar a los sindicatos de afectar la dinámica de la producción, argumentando que los trabajadores sindicalizados se vuelven improductivos cuando la organización sindical se niega a la flexibilización y polivalencia de sus representados, a pesar de que de 1993 a 2008 la productividad en la industria manufacturera creció en un 183%, por encima de países como Canadá y Japón y que la industria automotriz es la más productiva de América Latina y la número 10 mundial, por encima de Francia y Canadá. Además, han orientado su descalificación argumentando su carácter corrupto y la opacidad en el manejo de los recursos de los trabajadores. Van contra el sindicato a través de descalificar a sus dirigentes acusándolos de corruptos y a los trabajadores de mantener una serie de privilegios más allá de lo que la gente común no tiene. Así se hizo por ejemplo con los dirigentes del SME y así se ha hecho con los dirigentes de la CNTE a los cuales se ha acusado falsamente de enriquecimiento inexplicable y hasta de coludirse con el crimen organizado.

Cierto que en este país la corrupción es una de sus características y los sindicatos no han estado ajenos a ello. Pero son principalmente los sindicatos priistas o aquellos llamados “de empresa”, en los que sus dirigentes han participado de la corrupción al coludirse con los patrones o el gobierno para controlar y mediatizar la vida sindical. Los dirigentes “charros” han sido el puntal del gobierno para sofocar las inconformidades a cambio de dinero, regalos suntuosos, cargos políticos u otras canonjías. Son dirigentes que actuando en contra de los trabajadores se han enriquecido como ocurre por ejemplo con el dirigente petrolero Carlos Romero Deschamps, actual senador del PRI e intocable del sistema político por ser dirigente sindical de una empresa estratégica como la petrolera.

Pero los intereses del actual modelo económico han rebasado la idea de mantener las organizaciones sindicales, incluso aquellas en donde la dirigencia es parte de sus intereses, pues al fin y al cabo debe hacer concesiones para mantener los mínimos niveles de credibilidad de sus dirigentes a su servicio y eso también cuesta.

En la actualidad, los sindicatos charros han sido baluarte de una contraofensiva en el mundo del trabajo acompañando los cambios a las leyes laborales, de salud y de seguridad social que vienen afectando gravemente los intereses de los trabajadores. Aquellos que se han opuesto, como ocurrió con Elba Esther Gordillo o Joaquín Hernández Galicia son defenestrados y enviados a la cárcel. Esto explica la dureza con la que el gobierno ha actuado en contra de los sindicatos de Luz y Fuerza del Centro (SME) y la CNTE al interior del SNTE, pues representan la otra cara sindical, esa oposición que se ha mostrado como un verdadero obstáculo para lograr desregular las leyes e imponer peores condiciones de explotación.

Como parte de esa campaña en contra de los sindicatos está la degradación de los dirigentes sindicales. Su cooptación por medio de canonjías particulares a cambio de la traición en contra de sus representados y, cuando esto no funciona, aplican recursos que van desde la requisa, la declaración de quiebra y cierre de empresas y la aplicación de la fuerza pública, inventando delitos en contra de los dirigentes para usar la represión, ya sea selectiva en contra de ellos o general cuando el sindicato actúa organizado en su defensa y en la defensa de sus representantes. La mejor manera de golpear a los trabajadores es debilitando su fuerza organizada.

Lo anterior les ha funcionado hasta hoy, no sin enfrentar una oposición real cuyos costos han sido importantes. La tendencia de los últimos 30 años ha sido de una constante baja de trabajadores sindicalizados y la desaparición de sindicatos. Si nos atenemos a las cifras, en 2008 la población económicamente activa era de 44 millones 148,391 trabajadores, de ellos percibían un salario 27 millones 897, 223 y sólo estaban sindicalizados 4 millones 694, 236 y la mayoría en manos de sindicatos blancos y con dirigentes charros. Para 2012, la PEA era de 49 millones 590, 669 y la población asalariada era de 31 millones, 273, 294, mientras que la población sindicalizada apenas alcanzaba los millones 355, 294 trabajadores. Esto significa que en ese lapso de tiempo mientras que la PEA aumentó en 5 millones 442, 278 trabajadores y los trabajadores asalariados aumentaron en 3 millones 376 071, la población sindicalizada cayó en 338 942 trabajadores. Mientras que en 2008 los sindicalizados representaban el 16.82% para 2012 eran ya el 10.79%, es decir, el número de trabajadores con un sindicato que los representara había caído 4 puntos porcentuales y para 2015 la cifra sin sindicato había aumentado en 147 269 de acuerdo con la Secretaría del Trabajo. Sin embargo, existen laboristas que afirman que la STPS acomoda las cifras de trabajadores sindicalizados apoyada por los datos deliberadamente falseados de las centrales sindicales como la CTM o el STPRM o STERM, que reportan más trabajadores bajo su membresía que los que realmente tienen, dejando la cifra de sindicalizados en un poco más de 3 millones de trabajadores. De acuerdo con reportes oficiales existen un poco más de 1700 sindicatos de los 5 mil que había en 1994 y de ellos, un poco más de 730 sindicatos son independientes. La reforma laboral que ha sido un rotundo fracaso para los trabajadores lo único que ha hecho es disminuir el número de trabajadores sindicalizados con una rapidez inusitada, y se considera que de continuar esta tendencia para el 2018 sólo habrá un poco más de un millón y medio de trabajadores integrados a un sindicato. ¿Cómo ocurre todo esto sí basado en cifras oficiales, el trabajador sindicalizado se mantiene en su empleo entre un mínimo de 10 y 20 años, mientras que el trabajador no sindicalizado se mantiene en promedio entre uno y cinco años? Pertenecer a un sindicato bajo contrato colectivo de trabajo garantiza una mejor estabilidad en el empleo, mejores prestaciones y mejores salarios. He ahí el secreto de los patrones de ir contra los sindicatos y la importancia de que los trabajadores puedan contar con uno.

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