EL NIÑO MICHOACANO CRISTERO DE SAHUAYO Y EL PAPA FRANCISCO

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Por Adán García/Reforma

La escultura tallada en bronce de un niño de 13 años, sobresalía ayer en el interior de la Catedral de Morelia durante el recibimiento del Papa Francisco, quien al verla le dio su bendición y le rezó.
Se trata del beato mártir José Sánchez del Río, sacrificado y muerto en 1928 durante la Guerra Cristera y a quien Jorge Bergoglio autorizó el pasado 21 de enero un decreto para ser canonizado.
A este niño beato, quien tiene su parroquia en el Municipio de Sahuayo, se le atribuye el milagro de haber salvado a la niña Jimena Guadalupe Magallón Gálvez.
La menor, con cuatro meses de nacida, sufrió en 2009 un infarto cerebral, acompañado de meningitis, tuberculosis y convulsiones epilépticas.
Los médicos que la atendieron en un hospital de Aguascalientes le diagnosticaron muerte cerebral por daños en el 90 por ciento de su sistema neurológico.

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Su madre, Paulina Gálvez, dice que en todo momento encomendó a su hija con Dios y con “Joselito”, como le llaman al niño beato de Sahuayo.
“Los médicos me dijeron que ya iban a desconectar a mi hija, pero les pedí que antes me dejaran estar con ella y la abracé. Enseguida la desconectaron y en ese momento puse a mi bebé en manos de Dios y Joselito. En eso mi hija abrió los ojos y sonrió.

“Mi hija vio también a los médicos y sonrió. Le hicieron una tomografía y un encefalograma; el 80 por ciento del cerebro estaba recuperado. Los médicos dijeron que era un milagro”, narró la mujer.
Los organizadores de la visita del Papa comentaron que éste había pedido conocer a la llamada “niña del milagro” y al beato José Sánchez, próximamente santo.

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«Estar con el Papa para mí es mucha alegría. Me siento muy privilegiada y afortunada por tener un ángel conmigo, además de ver al ángel del Papa”, expresó ayer la madre de la “niña milagro”.
Paulina asegura que su hija, quien ahora tiene 7 años, no presenta secuelas en su salud.
“La secuela que tiene ella es que transmite mucho amor. Yo nunca creí en los doctores, yo creí en Dios”, comentó a Reforma.
“Con el Papa no pudimos decirnos nada, pero le dio la bendición a la escultura y enseguida fue con mi hija, la abrazó y le dio un beso”, dijo.
Sánchez, el niño beato, murió en 1928 a la edad de 13 años, al caer preso y ser sometido a tortura.
De acuerdo a la Iglesia, el pequeño José fue obligado a caminar con sus pies desollados desde su prisión hasta el cementerio donde habían cavado su tumba.
Antes de ser ejecutado con el tiro de gracia, sus captores le exigieron renegar de su creencia en Dios para perdonarle la vida, a lo que él respondió con un “¡Viva Cristo!”.

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Incluso, su madre trató de impedir que fuera a la guerra por su corta edad, pero a él no solamente le motivaba luchar al lado de sus hermanos. Antes de partir le dijo a su madre “nunca ha sido tan fácil ganarse el cielo como ahora”.
Tomado de la página de Facebook de Adán García.

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