CHERÁN: TRES AÑOS SIN HOMICIDIOS, SIN DELINCUENCIA Y DE CONCILIACIÓN ENTRE CIUDADANOS

cheran

Por Andrés Resillas//

Primera parte//

La historia reciente de los pueblos indígenas purépechas tiene que ver más con la inseguridad y la explotación irracional de sus recursos naturales, que con el bienestar social.

Esa fue la primera bofetada que me dio en la cara la realidad cuando me interné en la Meseta Tarasca de Michoacán. Llegando a Sevina, pueblo que se ubica camino a Cherán; un grupo de indígenas armados me obligaron a detener la marcha de mi vehículo. Era un retén cuyo objetivo es el detener los camiones cargados de madera talada clandestinamente de sus bosques.

Con grandes mantas, los indígenas sentenciaban que no permitirán más el saqueo de sus bosques.

A la siguiente salida de Sevina lo mismo. Pero ahí la situación era tensa, pues a poco más de un kilómetro un grupo de indígenas de Comachuén tenía su propio retén para responder a las acciones de sus similares de Sevina. Unos a otros se acusan de explotar ilegalmente las zonas boscosas de sus comunidades.

Los inconformes, armados con palos y machetes, pedían la identificación de todos los automovilistas, ello con el objetivo de capturar a pobladores de Sevina. El grupo era numeroso y ya tenía varados a camiones que transportaban alimentos perecederos.

La guerra por la madera en todo su apogeo.

En la entrada a Cherán más de 10 elementos de seguridad pública reciben al visitante. Están debidamente uniformados y con armas. En su espalda se observa la leyenda “Ronda Comunitaria”. No hay impedimento para entrar al pueblo.

Llegué de inmediato al edificio que alberga el Consejo de Seguridad y Procuración de Justicia y Conciliación. Es un espacio amplio, donde se ubican las oficinas y las celdas para los detenidos.

Gracias a que antes había contactado al médico Juan Navarrete, quien es miembro de este consejo, los demás consejeros me recibieron y comenzamos a charlar sobre la forma en que desempeñan su trabajo. Era una mañana tranquila, según ellos, pues aseguran que siempre existe carga de trabajo con los conflictos inter sociales de la comunidad.

El ruido de los radios de intercomunicación es una constate en el edificio.

Aquí hay tres departamentos para la impartición de justicia: los asuntos penales, mercantiles y civiles.

Los tres consejeros que encontré son jóvenes. Dos de ellos abogados, pero indígenas. A tres años de actividad ellos ya hablan con paciencia de los problemas que han enfrentado en torno a los delitos que se cometen en Cherán.

Dicen que la impartición de la justicia en Cherán tiene que ver más con la conciliación y el acuerdo, que con imponer castigo a los responsables de los delitos. Presumen que los índices de violencia bajaron drásticamente tras el levantamiento armado del 25 de abril del 2012.

Ponen como ejemplo que el delito de homicidio es muy raro en esta comunidad y que en los últimos tres años sólo un caso fue turnado a la Procuraduría de Justicia en el Estado.

“Tenemos problemas con el alcoholismo, el cual se desata durante las fiestas del pueblo; han existido casos de adulterio, de deudas, de pleito entre vecinos, de abigeato entre otras. Pero nosotros dialogamos entre las partes para llegar a acuerdos. Se platica tanto con el responsable del delito como de la víctima y se busca una solución. Se habla de resarcir el daño y de que las personas afectadas queden conformes.

Incluso, en el caso del alcoholismo ya aplicamos el operativo conocido como Alcoholímetro, para de esta manera bajar los índices. También se estableció un reglamento para la expedición de bebidas embriagantes. Los comercios después de las nueve de la noche no tienen permiso de expedir esos productos.

Informan que los castigos para los que comenten delitos son la cárcel, realizar faenas comunitarias y en casos extremos la exhibición pública en la plaza principal.

“Esos castigos nos han dado resultado. En muy pocas ocasiones hemos exhibido públicamente a los detenidos, pues para los de Cherán es muy vergonzoso para toda la familia el que uno de sus miembros sea mostrado como un delincuente.

“Creemos que es la propia comunidad la que debe de juzgar nuestro trabajo. Lo hacemos con gusto y por el beneficio del pueblo; nuestros salarios son muy modestos, pero lo tomamos como una aportación hacia la gente”.

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