“Las convicciones políticas son como la virginidad: una vez perdidas, no vuelven a recobrarse”… Francisco Pi y Margall. (1824 – 1901). Político español.
El Partido de la Revolución Democrática celebró su vigésimo séptimo aniversario en la peor crisis de su historia, donde evidentemente se encuentran huérfanos y con enormes dudas respecto a lo que será este instituto político tras los comicios presidenciales del 2018.
Muy lejos quedaron sus mejores épocas bajo la tutela de su líder moral, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y posteriormente, la de Andrés Manuel López Obrador. Ambos personajes que actuaron como los caudillos y hasta señores feudales del Sol Azteca, enfermos de poder e incapaces de alcanzar acuerdos, optaron por dividir e iniciar el desmoronamiento del que trataba de convertirse en la oferta ideológica de izquierda de nuestra nación.
Pero, tras el evidente pragmatismo de sus primeros líderes, empecinados en que cada cual es la mejor opción para encabezar a las izquierdas, terminaron dejando huérfana a la militancia amarilla que conformada en tribus prácticamente caníbales e interesadas preponderantemente en sus asuntos particulares, tienen al PRD a la deriva.
Tan perdidos y empobrecidos, que han tenido que recurrir a alianzas impensables, por ejemplo con el PAN, ya no interesados en su presunta ideología, sino en alcanzar el poder a como dé lugar, para que los integrantes de sus cúpulas, sigan cobrando en el erario público. Y aún así, hoy cuentan con apenas 56 diputados federales, muy lejos de los 123 que lograron en el 2006 o los 125 de 1997.
Por ello seguramente el emotivo discurso de Silvano Aureoles Conejo, en la celebración michoacana, donde destacó que “es tiempo de sacar la casta, de ver lejos, no quedarnos a ver quién nos convoca a ser parte de su proyecto, esos tiempos ya se acabaron, el PRD de caudillos ha quedado atrás ahora es el PRD de la institución, del trabajo colectivo y de sus bases y estructuras y órganos de toma de decisiones”.
Y fue más allá. Aureoles Conejo alcanzó frases que se antojan utópicas al convocar a la unidad para que el de la Revolución Democrática gane la “presidencia de la república en el 2018”. Se entiende su emoción y su ilusión, pero se antoja como una misión imposible.
Para empezar, uno de los ex caudillos y dueños del PRD, Andrés Manuel López Obrador, es el personaje que está en las encuestas, quien de momento representa las mejores posibilidades de las izquierdas para buscar el triunfo en el 2018. Es de momento y con todo y sus peros, el único que parece preocuparle al resto de los contendientes.
Por ello es que en el propio PRD hay quienes lo quieren como su candidato, por ello AMLO estuvo presente en el festejo michoacano con su fotografía en una manta, contradiciendo incluso el discurso del actual gobernador del estado.
De ese tamaño las diferencias, la falta de rumbo y la orfandad en la que se encuentra el perredismo nacional, que pese a todo, se sostiene con alfileres como la tercera fuerza del país.
Indudablemente el partido del Sol Azteca deberá realizar una profunda autocrítica para reencontrar el rumbo. Y es que su crisis no únicamente se la debe a la ausencia de caudillos, también a gobiernos que encabezaron personajes como Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Rosario Robles Berlanga y Andrés Manuel López Obrador en el Distrito Federal, en medio de señalamientos y opacidad, por decir lo menos. De igual manera los de Michoacán que encabezaron Lázaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy Rangel, que dejaron al estado postrado entre deudas, opacidad, inseguridad, corrupción e impunidad.
Y sin embargo, cada crisis es una oportunidad, así que el PRD podría estar en la última para reinventarse y hacer lo correcto.
Tendrá que definir si continuará con su desafortunado esquema institucional de tribus pragmáticas y caníbales. Deberá definir si son capaces de generar a su propio candidato con Miguel Ángel Mancera o Silvano Aureoles, éste con lamentables consecuencias para el gobierno michoacano, que padecería una vez más otro interinato; o de plano, van a la búsqueda de su ex caudillo y ex dueño, Andrés Manuel López Obrador, con su MORENA
Por lo pronto, deberán aceptar y respaldar a Agustín Basave Benítez con todo y sus cuestionables alianzas o inventar alguna argucia que les permita quitarle el liderazgo nacional, en la búsqueda de alguien más que pueda darles mejor rumbo.
Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.