¡POR UN CONGRESO DE LOS TRABAJADORES INDEPENDIENTES EN MICHOACAN! Por el Profr. Juan Pérez Medina (CUT-Michoacán)

Es tiempo y desde hace mucho tiempo, que se debe trabajar por establecer una nueva hegemonía entre los trabajadores. Cosa que está más que vista que no es nada fácil. En el marco de las actuales circunstancias los trabajadores no somos iguales con respecto a ellas y aunque la relación sea la misma con respecto a los medios de producción las formas en la que se esta se expresa es diversa. Mientras que existen millones que se encuentran sin trabajo o que lo tienen eventualmente unas semanas si y otras no, integrando el ejército de reserva del capital, los hay que lo mantienen pendiente de un hilo bajo contratos de apenas tres meses en condiciones de enorme precarización que no admite réplica so pena de ser echado. Existe un tercer nivel de trabajadores que mantienen un empleo bajo la condición de doble patrón. Aquellos que son subcontratados en el campo de los servicios y que lo mismo sirven a una empresa como a otra en un mecanismo cínico y cruel de doble explotación. Luego en un cuarto nivel están aquellos que mantienen un empleo seguro. Esos que en este momento podrían ser considerados como los trabajadores privilegiados del campo laboral y que son aquellos que generalmente se encuentran en las empresas del estado y que fueron contratados bajo condiciones diferentes a las de hoy en día, al amparo de un contrato colectivo de algún sindicato, como ocurre con los trabajadores telefonistas, los docentes del sistema educativo nacional, los del sector salud y de la energía y aquellos que pertenecen a alguna dependencia del gobierno federal y estatal bajo condiciones de trabajo que podrían considerarse en la actualidad para las empresas y su gobierno como anquilosadas y muy onerosas. Existen otro más, que son los menos, que se ubican en la categoría de trabajar por su cuenta, que no son más que pequeñas empresas individuales o familiares en donde todos trabajan para mantenerse a flote.

Dentro de toda esta gama de trabajadores está también sus condiciones de vida. Unos sin salario y de ahí hacia arriba están aquellos que ganan desde 1 y medio salario hasta aquellos que rebasan los 5 salarios y para los cuales la vida no es la misma. Mientras a los primeros en agua la mantienen diariamente hasta el cuello, hay otros a los que todavía no les llega a medio pecho y eso hace que tengamos una actitud diferente en relación a la lucha unitaria, sobre todo cuando se es trabajador profesional y se considera que se es diferente a aquellos que no lo son en un proceso cultural de separación de la clase.

Otra situación característica de los trabajadores es su grado de conciencia, compromiso y solidaridad de clase. Tal vez esta sea la condición más terriblemente dolorosa que nos acompaña y que impide que la unidad real se concrete, ya que un número basto de trabajadores no han adquirido esa conciencia de clase tan necesaria para actuar en colectivo y a favor de la defensa de los trabajadores y sus derechos. En este nivel están los que son inconscientes por ignorancia y aquellos ligados de alguna manera a la vida rutinaria que viven quejándose, pero nada hacen y se presentan a donde el dirigente charro los llama para que lo vean, a fin de no poner en riesgo su pobre trabajo. No importa que el líder se esté refiriendo a una medida en contra de los trabajadores, como por ejemplo, las modificaciones a las leyes laborales o al sistema de pensiones. Son los que consideran que es mejor tener trabajo aunque sea en las peores condiciones de explotación y que calladito te ves más bonito.

Por la situación antes descrita, existen trabajadores muy pobres (casi muertos de hambre), pobres, medianamente pobres y de la clase media baja, con sus excepciones. Diríamos que en este último caso se encuentran personajes como Emilio Gamboa, dirigente de los trabajadores del sindicato de radio y televisión; Carlos Romero Deschamps, dirigente petrolero, Francisco

Hernández Juárez dirigente del sindicato de Teléfonos de México, Juan Díaz de la Torre, dirigente del SNTE, Napoleón Gómez Urrutia, dirigente del sindicato Minero, Víctor Fuentes del Villar, líder del sindicato de la CFE, Carlos Aceves del Olmo, dirigente de la vetusta CTM, Isaías González Cuevas, dirigente nacional de la CROC, Joel Ayala Almeida líder de la FESTSE, que entre otros integran un selecto grupo junto con su cohorte de dirigentes de las direcciones nacionales y estatales, que se sitúan en la parte alta de la pirámide económico – social, gozando de cuantiosas fortunas al amparo del gobierno federal y la clase política nacional por sus servicios prestados.

Pero la inmensa mayoría no está en esas condiciones y siguen siendo trabajadores que viven de su trabajo diario sin condiciones para desarrollar políticas particulares de ahorro con los bajos salarios que perciben ante el encarecimiento de la vida. Sin embargo, esto no es condición natural para que los trabajadores de México generen estrategias para organizarse en una sola fuerza capaz de defender el trabajo de la rapacidad de los empresarios capitalistas y el gobierno.

Es una pena que los trabajadores sindicalizados, por ejemplo, tengan dirigentes con inmensas fortunas, mientras ellos viven al día o medio viven. Pero la realidad es así. De lo contrario, los charros antes mencionados no existieran.

En la entidad se han hecho grandes esfuerzos por concretar la unidad de los trabajadores que han sido sólo eso: grandes esfuerzos. Desde la creación de la Confederación revolucionaria michoacana del trabajo (CRMDT) en el cardenismo, hasta la generación del frente estatal de organizaciones sociales generada bajo el auspicio del Movimiento Democrático del Magisterio (MDM) en 1989, sin menospreciar los que se han generado después y que aún perviven bajo condiciones realmente graves, como lo son: la asociación de trabajadores del estado de Michoacán (ATEM), actualmente apéndice del gobierno de Silvano Aureoles y del PRD y el frente cívico social que coordina la CNTE y otros sindicatos no menos importantes del sector educativo, que lo mismo tienen un pie fuera del control del estado, que dentro del él. Eso explica, por ejemplo, que ante la imposición de la reforma educativa, no exista una estrategia única y el frente se muestre de lo más vulnerable.

Sin embargo, aun con esas duras condiciones, es necesario avanzar hacia la unidad de todos los trabajadores de la entidad. De aquellos que cuentan con un sindicato, comenzando por los que pertenecen a uno independiente y avanzando hacia aquellos de control charro o blancos quienes deberán generar un plan estatal para la incorporación de todos los trabajadores a una nueva central popular que aglutine a todos bajo la condición de ser un sindicato clasista, independiente y con la consigna de poner en manos de los trabajadores el poder del estado.

Ver en la calle en movilización a los trabajadores de la educación, los de la burocracia estatal y los de educación media superior es un hecho altamente relevante, pero no es de ninguna manera una acción que nos hable de un esfuerzo unitario que se esté planteando objetivos más allá de los de carácter gremial que se plantean públicamente. Unidad de acción sí, pero no es suficiente.

La lucha unitaria pasa por la generación de una enorme discusión al interior de las organizaciones sindicales y populares que se planteé no sólo la recuperación de sus derechos ganados y el blindaje para los que aún están vigentes, sino la toma del poder político para que lo anterior sea posible. esta amplia discusión debe ir acompañada de una serie de seminarios y conferencias sobre la situación de los trabajadores en el marco del capitalismo neoliberal y la necesidad de la emancipación de la clase trabajadora en la instauración de una sociedad sin patrones, pues es un hecho que no los necesitamos.

Lo anterior exige levantar una iniciativa para comenzar por integrar una comisión de alta representatividad que elabore una ruta crítica hacia lo que sería la convocatoria a un congreso constitutivo de integración de una nueva central de trabajadores en la entidad bajo estas características, capaz de desafiar al estado y su sistema político y económico corrupto y anquilosado e incapaz de represéntanos. Es hora de avanzar en la lucha de clases y detener el avasallamiento de las políticas del régimen que nos están ahogando y dejando en la precariedad e incertidumbre laboral y pensionaria. Es hora de romper el gremialismo y avanzar a la unidad de la clase.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *