OPINIÓN. ¿LEGALIZAR EL CAMBIO DE USO DE SUELO? Por Julio Santoyo Guerrero

Aún no salgo de mi asombro. Creí que era una broma de mal gusto, pero no. Lo confirmé. En el Congreso del Estado se ha presentado una iniciativa para autorizar el cambio de uso de suelo en terrenos forestales.

Apenas el 5 de abril de este año se publicaba en el periódico oficial del gobierno de Michoacán la Ley para la Conservación y Sustentabilidad Ambiental del Estado de Michoacán de Ocampo, que representa un modesto avance en materia ambiental. De manera singular vimos con satisfacción que se adoptaran nueve principios cruciales para el cuidado medio ambiental y con ello hacer valer el derecho humano de los michoacanos a un medio ambiente sano.

La nueva ley reconoce como principios, el de cooperación, como vía para atender los problemas ambientales que afecten el bien común; el de prevención, basado en la responsabilidad de todas las personas físicas y morales; el de desarrollo sustentable, que debe asegurar que se alcancen las necesidades del presente sin comprometer las de las generaciones futuras; el de responsabilidad común; el de precaución, mediante el cual la autoridad debe impedir la realización de una eventual obra o actividad con posibles impactos negativos en el medio ambiente; el de que quien contamina paga; el de globalidad; el de sostenibilidad, mediante el cual se impulsa el desarrollo armonizado entre medio ambiente y crecimiento económico; y, el de responsabilidad compartida.

No han transcurrido más de 5 semanas y ya ha ingresado al Congreso una iniciativa regresiva para autorizar el cambio de uso de suelo en terrenos forestales. Es curioso que la exposición de motivos contradictoriamente reconozca la gravedad del cambio climático, las afectaciones por incendios forestales y el crecimiento ilegal de la tala y el cambio de uso de suelo para concluir en una propuesta adversa a la integridad de los bosques.

Del reconocimiento de la no aplicación de la ley para detener la devastación se pasa a proponer no un instrumento legal para que las instituciones la hagan valer sino a una iniciativa claudicante para de plano otorgar los cambios de uso de suelo. Eso sí, que demuestre el solicitante en un estudio técnico que dicho cambio hará más productivo a largo plazo el nuevo uso o uso alternativo. ¡Adiós sustentabilidad y sostenibilidad!

La iniciativa pretende adicionar la Ley de Desarrollo Forestal Sustentable del Estado de Michoacán de Ocampo y busca que la Comisión Forestal del Estado autorice el cambio de uso de suelo en terrenos forestales, por excepción, previa opinión técnica de los miembros del Consejo Estatal Forestal, con base en estudios técnicos justificativos que demuestren que no se compromete la biodiversidad… ¿?.

La iniciativa es una franca claudicación al deber ético para con la conservación de los bosques michoacanos y la biodiversidad que albergan. Es además, una concesión insensata que estimulará el ya de por sí arrasador cambio de uso de suelos forestales que hemos presenciado en los últimos años con funestas consecuencias para los ecosistemas que habita la población humana del estado.

Quien presentó la iniciativa no debiera de ignorar que en los últimos 32 años, de 1989 a la fecha, Michoacán ya ha perdido casi el 70 % de sus bosques y los ecosistemas que los habitaban; que dicha pérdida nos está impactando en la desaparición de zonas de recarga hídrica y contribuido a la desertificación de una parte importante de nuestro territorio; que esta pérdida de enorme magnitud ha puesto en condición de irreversible la capacidad de regeneración de los ecosistemas exterminados.

Dicha iniciativa debería de ser rechazada con vergüenza y pudor por el pleno del poder legislativo ya que contradice de manera total el contenido aprobado en la Ley para la Conservación y Sustentabilidad Ambiental del Estado de Michoacán. O se está por el medio ambiente y el compromiso con la sostenibilidad o se claudica y se entregan los bosques a la barbarie ecocida del cambio de uso de suelo, ahora con la autorización legal para hacerlo.

Terminar con el cambio de uso de suelo no pasa por su autorización legal. Frenarlo, es cierto, supone múltiples acciones en materias tan diversas como el desarrollo económico alternativo, la educación, la política social, la promoción cultural, la seguridad pública o la sanción legal.

Abrir la puerta para legalizarlo será tanto como asestar la estocada final a los bosques michoacanos. De lo que se trata es de frenar este grave problema no de estimularlo. La visión productivista de la iniciativa deja de lado el valor ambiental que por sí mismos tienen los bosques y sus ecosistemas y lo que representan para nuestra civilización.

Esperamos que la sensatez impere en el Congreso Local, prevalezcan los criterios de la ley publicada en abril y dicha iniciativa no pase. Esperemos también una respuesta contundente de los ambientalistas michoacanos, pueblos, ciudades,  y pobladores de los bosques para frenar su aprobación.

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