OPINIÓN: POR LA CONSTRUCCIÓN DE LA UNIDAD POLÍTICA DE LOS TRABAJADORES. Por Juan Pérez Medina (CUT-Michoacán)

 

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2016 ha sido un año muy malo para los trabajadores en el mundo, que se expresa en las grandes movilizaciones llevadas a cabo, no sólo en cuanto a su tamaño, sino por las consignas que se han sostenido y la fuerza con la que las han enarbolado. En medio de la inmensa crisis del capitalismo actual, la relación capital – trabajo se ha recrudecido y ha abonado a las cada vez más permanentes movilizaciones sobre todo en los países del tercer mundo. Previamente al primero de mayo, exactamente el 28 de abril anterior, en Brasil las más grandes centrales obreras, encabezadas por la CUT, paralizaban la actividad laboral en la primera huelga general en contra del gobierno golpista de Michel Temer y las medidas antipopulares que ha dictado desde su llegada al poder. En Grecia los trabajadores volvieron a salir para manifestar su rechazo a los recortes sociales y en oposición a las intenciones del gobierno de hacer más recortes. Así en España, Francia, Turquía y Argentina.

En medio del severo ataque a los derechos a la seguridad social, la tercerización del trabajo, la caída salarial y la incertidumbre laboral, los trabajadores no tienen razones más que para la inconformidad y de ahí la manifestación y la organización para la defensa de su trabajo y derecho a una vida digna; aunque los hay aquellos que indiferentes, sumidos en la falta de alternativas; incrédulos ante cualquier planteamiento se regodean en la pusilanimidad y ceden la iniciativa completa y total a sus enemigos de clase; pero son aún peores aquellos que consideran que la forma en que el capitalismo funciona en el mundo del trabajo es la adecuada y acaban por defender a sus patrones de aquellos trabajadores que no ceden y que se mantienen en la resistencia.

En México la situación no es diferente, pero sí agravada por el crecimiento de la violencia que casi se desborda a lo largo y ancho del territorio nacional, haciendo de nuestro país el más inseguro, sobre todo para aquellos que se dedican a la profesión independiente y libre del periodismo. Aquí decir la verdad te cuesta la vida, por eso tenemos a una prensa silenciada y cada vez más a los grupos de poder que actúan al amparo de las estructuras del estado para desarrollarse con toda impunidad. El signo de nuestros tiempos no sólo es el del hurto y el pillaje, sino también el de la inmensa corrupción que se extiende a todas las esferas del gobierno en todos sus niveles. Es necesario reconocer a aquellos periodistas que han muerto en aras de encontrar la verdad sobre los hechos delictivos que ocurren a diario en México y a quienes bajo esas graves circunstancias aún lo hacen.

Esto ocurre a partir del proceso de privatización de los bienes nacionales. Su profundización ha alcanzado ya a lo único que los trabajadores tienen o habían venido teniendo y que habían ganado a través de cruentas y largas luchas obreras: el derecho a la salud, a la educación, a la seguridad social y al trabajo remunerador. Durante los últimos años, se ha visto como estas conquistas se han revertido en el maremágnum de la inmensa contrareforma neoliberal del capitalismo. La educación, la salud y las pensiones se han privatizado y padecido enormes recortes que han llevado a estos servicios a la mala calidad con la intención de justificar su privatización. No se diga del inmenso avance en la precarización del trabajo y la generalización de la subcontratación, aunándose a ello la limitación de las prestaciones, el aumento de la jornada de trabajo hasta las 12 horas, la reducción al 50% del salario por accidentes de trabajo y la desaparición de los tribunales del trabajo. El desmantelamiento de las conquistas sociales está a la vista de todos y más en el sentir de los trabajadores que cuentan con un empleo mal remunerado y sin contrato colectivo y mucho menos de largo tiempo.

El sistema a través de sus órganos universales (BID, BM, OCDE, FMI) se ha encargado de diseñar el discurso para justificar el despojo y, son los medios de comunicación, los grandes monopolios privados, los que se han

encargado de mediatizar el consenso a fin de quebrar la conciencia de los trabajadores y su fuerza ideológica. Sería imposible que en un mundo democrático los voceros de la burguesía se lanzaran con tanta saña en contra de los movimientos sociales como lo hacen hoy en México. Atentar contra sus designios, contra su paz y tranquilidad es un hecho altamente reprobable que de inmediato se convierte en una ilegalidad que debe ser atendida por los cuerpos represivos del estado; para los cuales las leyes se han adecuado a fin de actuar ilegítima e inhumanamente contra los opositores. De ahí los 43, Tlatlaya, Nochixtlán, Ostula y Arantepakua. Eso explica que el país esté convertido en una gigantesca fosa de cadáveres ocultos a donde seguramente han ido a parar los más de 170 mil desaparecidos con que contamos hasta hoy.

Este primero de mayo justifica la protesta y la rabia, pero no es suficiente sí sólo se convierte en un día de trueno. Debe ser también un día de reflexión sobre el quehacer en relación a la magnitud de la fuerza del enemigo que no es poca cosa, ya que cuenta con un despliegue de recursos muy poderosos. George Mavrikos, Secretario General de la Federación Sindical Mundial (FSM) en su visita el 28 de abril a tierras michoacanas, manifestó la necesidad de conformar una nueva central de trabajadores, clasista, democrática y políticamente comprometida con la transformación social de la sociedad. El planteamiento no es una novedad, se ha venido haciendo por décadas y a decir verdad, también deshaciendo a partir de las fuerzas de trabajadores que lo han intentado y su relación con el estado en su momento, junto con la actitud represiva que éste ha desplegado y que ha logrado desmantelar los esfuerzos, ya sea por la cooptación, ya sea por la represión. Papel importante han jugado los partidos políticos en este escenario como elementos disuasivos de la unidad sindical y popular y de su accionar mismo.

En la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), consideramos urgente construir la unidad más allá de los esfuerzos frentistas. Al menos en la entidad, los esfuerzos frentistas están rebasados como herramienta de lucha de los trabajadores, la misma que reclama un salto de calidad hacia la integración de una sola fuerza unitaria con objetivos comunes y acciones comunes; encaminada a la lucha de clases contra el capitalismo y por la instauración del socialismo como sistema de vida. Este Primero de Mayo debe convocarse a la integración en el país de la conformación de la gran Central de Trabajadores de México en lucha contra el sistema capitalista. En la entidad debe asumirse esa convocatoria y dar pasos a la integración de una comisión promotora que le dé cuerpo a una propuesta de organización política y establezca los pasos a dar para la participación más amplia de los trabajadores y trabajadoras, con la finalidad de que esta nueva central unitaria surja desde abajo y con los de abajo y no se convierta en un “buró Político” de dirigentes que dicen una cosa a nombre de los que representan. Eso sería un craso error.

Abandonar los esfuerzos frentistas entre organizaciones sindicales y populares es muy necesario porque acabaría con las negociaciones aisladas, sobre la base de lo que ha decidido la política del régimen. Es obvio que en los últimos años este modelo se ha agotado en la entidad y no ha evitado que las políticas antilaborales y antisindicales avancen. Si bien es cierto que las dirigencias podrían estar bien, no es lo mismo con nuestros derechos. La realidad lo establece. Es hora de ir a la lucha verdadera y no sólo mantener esa regulación capital – trabajo que hasta hoy se ha convertido en nuestro principal problema y causa de nuestras derrotas como trabajadores. Qué no lo vea el que no lo quiera ver. Pero eso es traicionar las ideas que se dicen defender.

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