LOS CANDIDATOS Y SUS PROMESAS: UN ENGAÑO MÁS. Por Andrés Resillas

Iniciaron las campañas políticas y el panorama no puede ser más desolador.

No hay un certeza real de que algunos de que los que están contendiendo por la gubernatura tenga la capacidad para sacar adelante a Michoacán.

Con una deuda millonaria y el arrastrar el problema educativo que genera un déficit de cinco mil millones de pesos cada año, las finanzas públicas están comprometidas y sin ningún margen de maniobra.

Raúl Morón ya demostró en Morelia que no tiene la capacidad de gobernar; no sabe de administración pública y de llegar seguramente integrará un gabinete con sus amigos y del grupo político al que pertenece y donde Leonel Godoy es el mandamás.

Tampoco la presidencia de la República podrá ayudar a Morón Orozco para sacar adelante a Michoacán; ya demostraron que ni la amistad ni la afinidad política es una ventaja para Michoacán. Es más, nos iría peor por la ineficiencia de los partidarios de MORENA.

Carlos Herrera Tello es un hombre gris que le quedaría grande la gubernatura y que sería la línea continuista de Silvano Aureoles; es más preparado por Morón Orozco, pero es una auténtica incógnita para ser un gobernador.

La gente no debe dejarse engañar de que porque Carlos Herrera tiene mucho dinero, lo aportará para sacar adelante el desarrollo de la entidad; al contrario, las sombras de corrupción que le rodean dejan vestigios de desconfianza.

Cristóbal Arias Solís conoce a Michoacán; sabe de sus problemas, pero tampoco tiene las posibilidades de sacarlo adelante; con él habrá buenos programas, pero no pasarán de ser buenas intenciones. No tiene apoyos, su amistad con López Obrador se vino abajo con la decisión a favor de Morón Orozco.

Vamos a escuchar todo tipo de promesas en la campaña; pero la experiencia de Silvano Aureoles nos debe permitir entender que una cosa es estar en la oposición y otra la de enfrentar los problemas como gobernantes.

Michoacán está preso en el narcomenudeo; los criminales controlan gran parte del estado y hasta el momento no hay fuerza capaz de combatirlos: actúan impunemente, dejan como saldo asesinatos, drogradictos, hogares destruidos y violencia permanente.

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