POR ANDRÉS RESILLAS//
En México la inconformidad crece cada día por la difícil situación que nos agobia a todos; dicen que nosotros, los jóvenes, somos la esperanza del país, pero ¿quién nos da esperanza a nosotros? No tenemos oportunidades de estudio ni de trabajo; somos presas del narcotráfico y la violencia.
El Papa Francisco llamó a los jóvenes a no ser la mercancía de ambiciones ajenas; a no dejarse excluir ni marginar: “Dios no tiene sicarios, tiene discípulos”, afirmó un Papa Francisco conmovido por el mensaje juvenil.
Dijo que los jóvenes no son la esperanza, sino la riqueza de esta nación. Y que esa riqueza se puede transformar en esperanza, para que sean personas con dignidad.
Roberto, el joven proveniente del norte del país, le dijo al Papa Francisco que los jóvenes están perdiendo el encanto del encuentro, del caminar juntos y de un destino mejor.
El Papa Francisco dejó de lado su discurso y llamó a los muchachos a no perder el encanto del encuentro, el encanto de soñar.
“No pierdan el encanto de soñar; no se dejen tratar como mercancía, no se dejen desvalorizar, excluir y marginar”.
Fue un encuentro emotivo, donde las palabras narcotráfico, violencia, drogadicción, falta de oportunidades y trabajo estuvieron presentes. A todos ellos, el Papa Francisco los invitó a caminar con Cristo, de su mano y que aunque se sientan caídos, se dejen levantar por Jesucristo.
Roberto, Alberto, Daniela y Rosario fueron los jóvenes que describieron la difícil situación de este país: pobreza, marginación, narcotráfico, falta de oportunidades, corrupción, ambición y mercantilismo. El Papa no sólo les dio la razón, sino los llamó a no caer en el conformismo.
“Sean como los alpinistas: Lo importante al ir ascendiendo es no caer, sino no permanecer caído”, no lo permitan ustedes. No permitan estar caídos.