“La moral se esgrime cuando se está en la oposición; la política, cuando se está en el poder”. José Luís López Aranguren. (1909 – 1996). Filósofo español.
Estamos exactamente en la última semana del mini gobierno sustituto de Salvador Jara Guerrero, donde seguramente se confirmará, una vez más, que no hay mayor diferencia entre un político de tiempo completo y uno emanado de la academia, en este caso, desde la mismísima rectoría de la Universidad Michoacana.
Jara Guerrero será incapaz de renunciar a las mieles del poder y entregará notarías no sólo a algunos de sus más cercanos colaboradores, sino a personajes de institutos políticos con lo que tuvo que negociar para lograr alguna ventaja para su administración y no
que hasta estrictamente personal.
La historia les guardará su posición, especialmente porque declaró su beneplácito con la reforma a la Ley de Notariado, misma que regresó con observaciones al Congreso estatal, cuando contradictoriamente, tomará decisiones fundamentadas en una anquilosada legislación, que le permite regalar, negociar y hasta sacar algún beneficio al entregar más notarías.
Tal vez en este tema, hizo falta el rechazo contundente de los diversos sectores de la sociedad, encabezados claro por los notarios, que beneficiados directos de semejante esquema de la dádiva y la herencia, optaron por callar y congratularse con la reforma, aunque sea Salvador Jara el último gobernante que las “regale”. Y eso está por verse.
Ni hablar, se trata simplemente de la política y el uso del poder en su forma más pragmática y elemental, de la que diversos politólogos han gastado tinta para explicarla.
Por fortuna, hay intentos exitosos para contener decisiones gubernamentales que no tuvieron sustento desde su planteamiento, como el reemplacamiento de último momento, que primero quiso imponer a través de un decreto el gobierno en turno con costo a los dueños de automóviles y luego pretendieron hacerlo gratuito, pareciera que se trataba de una necedad con algún interés particular, como lo dijo el diputado Daniel Moncada: “huele a moche”.
Si la preocupación era real de lograr mayor seguridad y cumplir un Acuerdo publicado el 25 de septiembre del 2000 en el Diario Oficial de la Federación, y no un beneficio particular, como el lamentable diezmo que los propios políticos aceptan que sigue vigente, ¿por qué no iniciaron a principios de año, por lo menos, con llevar al corralón a todos los que circulan con placas sin vigencia o incluso sin placas como los del transporte público?
Acciones que parecen desesperadas y sustentadas en leyes anacrónicas y retrógradas, se confunden con singular facilidad en intentos de hacer valer el año de Hidalgo. Por ello, lo grave, vergonzoso y lamentable de que se otorguen más notarias, pero no sólo para el que las da, también para quienes las reciban.
Preocupante.
Mientras tanto, la incertidumbre y desesperación de quienes buscan un hueso en el gabinete de Silvano Aureoles Conejo, que está por darse a conocer, crece a pasos agigantados; y quienes ya tienen segura alguna posición empiezan a soñar con la posibilidad de que sea el inicio de una larga carrera política, cobrando en alguna partida presupuestal.
Otros, aquellos que ya llegaron a la Septuagésima Tercera Legislatura local, a la Sexagésima Tercera Legislatura Federal o a algún ayuntamiento michoacano, más que pensar en lo que podrán hacer en la posición lograda, están pensando ya en la elección que viene. Por más absurdo que le parezca, créame que es real.
Así que mi estimado lector, ¿no quiere usted hacer carrera política?
Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias. cmongem@hotmail.com