“La esperanza es el único bien común a todos los hombres; los que todo lo han perdido la poseen aún”… Tales de Mileto. (624 A.C. – 546 A.C.)Filósofo y matemático griego.
Apenas el pasado miércoles celebramos el 475 aniversario de la fundación de nuestra hermosa ciudad de las canteras rosas y decía que era necesario redoblar esfuerzos para mantenerla señorial y bella, así como ordenada y funcional, pero también, más allá de su Centro Histórico.
Una semana después el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles Conejo, realizó espectacular anuncio de una inversión de 10 mil 800 millones de pesos que se aplicarán durante su sexenio, para la modernización y embellecimiento de Morelia.
Entre las obras que destacan se encuentra la pavimentación de concreto hidráulico del libramiento capitalino, construcción de pasos a desnivel y entronques en 22 cruces con problemas viales, parques lineales en los ríos chiquito y grande así como en el boulevard García de León y una ciclovía que comunique a Morelia con Pátzcuaro.
También se contempla mejorar la infraestructura del Centro de Convenciones, terminar el Teatro Matamoros, mismo que se debió inaugurar en 2010 y otras obras en materia de salud.
La inversión total se logrará con una aportación federal de poco más de 4 mil 850 millones de pesos; una estatal superior a 5 mil 600 millones y del Ayuntamiento de 321 millones 500 mil pesos.
Semejante danza de recursos públicos, inevitable y momentáneamente, endulzan los oídos. El enorme reto, es que alguna vez el dicho del ejecutivo estatal, Silvano Aureoles, que implica el compromiso de los tres órdenes de gobierno, pase al terreno de los hechos con obras bien realizadas y un manejo transparente de recursos, que implique diseñar una manera de informar abierta y constantemente a la población de los avances que se tengan en todas las áreas pertinentes a la ejecución de los diversos proyectos.
Insisto, suena excelente el anuncio, pero ya antes nos dijeron que el Plan Michoacán, que presuntamente incluye 250 acciones, será exitoso, transparente y con recursos adicionales, que tendría una página informativa en internet para que todos los ciudadanos pudieran ver su avance y mejor aún, que evitaría que continuara “La Licuadora” o el peculado en Michoacán… Y ya ven, las auditorías federal y estatal, han evidenciado que nada de eso se ha cumplido a plenitud. Conste que son compromisos adquiridos por las autoridades en una de las épocas más críticas de inseguridad en Michoacán.
O se acuerda usted estimado lector, de la administración estatal que encabezó el perredista Leonel Godoy Rangel, que anunció con presunción que remozarían el libramiento capitalino con un novedoso esquema y maquinaria que garantizaría el trabajo por un mínimo de 2 décadas y que finalmente no fue capaz de soportar las primeras lloviznas de aquellos años.
¿Y qué me dicen del Teatro Matamoros que estaría severamente vigilado porque implicaba recursos federales y estatales? Ni siquiera se ha terminado y eso que su inauguración estaba prevista para el 2010, peor aún, no se respetó el presupuesto original y no hay visos de que alguien quiera transparentarlo, simple y sencillamente porque el responsable del patronato que incumplió, lleva el apellido Cárdenas.
¿Cómo olvidar que a Michoacán le iba a ir bien pero muy bien? Tuvimos un Presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa, originario de la señorial ciudad de las Canteras Rosas y fue incapaz o no quiso cumplir su promesa.
Este martes nos encontramos otra vez con un discurso que mueve la esperanza de constructores y cualquier cantidad ciudadanos y empresas que pudieron ver la luz al final del túnel, mientras escucharon a Silvano Aureoles hacer semejante anuncio, ante la posibilidad de lograr alguna rebanada de semejante pastel, o por lo menos, la de ver bella y funcional a su Morelia.
En fin, fue un excelente anuncio y habla bien de Aureoles Conejo por lograr semejantes compromisos económicos de la Federación, pero falta lo más difícil, que se haga realidad y con calidad y total transparencia. Ojalá.
Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.