OPINIÓN. ZAMORA: ¿A QUIÉN SE LE OCURRE VACUNAR ASÍ? Por J. Luis Seefoó Luján

La convocatoria para la vacunación Covid-19, llevada a cabo en Zamora el   jueves 20 y viernes 21 de enero de 2022,  volvió  a repetir el esquema de marzo, abril, mayo, etc. de 2021. Igual modalidad, a pesar de los costos sociales que implica  citar a una gran cantidad de personas en un mismo  tiempo y lugar con el riesgo de que acudan  todos los aludidos o no asista ninguno. 

Los coordinadores de la vacunación, que  invitaban a  grupos etáreos decenales de  la población, ahora empeoraron las cosas  aumentando el tamaño: no sólo el tramo de “los cuarenta” sino el de los “cincuenta”, casi el doble: de 40 a 59 años. La imprevisión no es menor pues tan sólo en 2015, ese grupo sumaba 41,203 individuos (INEGI, Estimaciones Censales) y la población económicamente activa (PEA) de ese gran grupo de edad en 2020 estaba constituido por 35,796 trabajadores (COESPO, 2020). 

Y aunque jueves y viernes no acudieron todos  los “vacunables”, unalargacadena humana cubrió linealmentelas calles Delicias (NW-SE), López Mateos (N-S), Boreal (N-S) y De Las Rosas (NW-SE) trazando los  1367.12 metros que mide el perímetro de la Unidad Deportiva Chamizal (estimación M. Torres Puga, 22-01-2022), 

En los 1367.12 metros de longitud, sobre la base de dos individuos tendríamos 2,734 personas en una sola fila o 4101 si son tres por  metro. ¿Cuánta gente estuvo en el Chamizal? No sabemos porque un número indeterminado se vacunó sin necesidad de hacer fila: unos por razones de salud y/o discapacidad; otros por sus buenas y provechosas relaciones, particularmente en los servicios municipales. En doble fila, no sería aventurado calcular unos 5,468 “vacunables, como ocurrió a lo largo de López Mateos – avenida De las Rosas – Boreal y la mitad de Delicias. 

 ¿Cuál es el problema? 

En primer lugar el respeto; la atención mínima que merece la población. No cuesta mucho, a una hora prudente comunicar: ¿Saben qué, para hoy sólo quedan tantas dosis y es probable que no sean suficientes para todos? ¡No dejen de participar, el Buen Gobierno les felicita!! 

A algunos nos afecta mucho esa suerte de burla: estar formado de las 9:00 horas  y vivir esta experiencia:  colocado tras el muro de block en la calle Boreal, no logramos ver e intuir nada de lo que ocurre a la entrada; la fila cobra una extraña fluidez, caminamos presurosos -con alegría- para luego darnos cuenta a las 14:25 que la vacunación ya ha concluido, no hay más dosis. Gente que ya regresa con el “hígado a reventar y la bilis en la boca”, nos grita: “Ya se acabó la fila; no hay vacunas”. Dudamos. Frustración, enojo. 

El cartel – invitación a la vacunación, la propaganda o rumor, que se publicó previamente lleva el logo del Buen Gobierno municipal.  

No está en cuestión si es necesario vacunarse o no; tampoco se desconoce el esfuerzo gubernamental para lograr que se proteja la mayor cantidad de personas, empezando por los más vulnerables. No se desagradece la medida de inmunización de que carecen millones de personas en otros países, particularmente de Africa y de Asia. 

La crítica a la organización no es un rechazo a la vacunación como  medida clave en el control del Covid 19. No es “moler” contra Carlos Alberto Soto Delgado y su “Buen Gobierno” y callar la misma circunstancia cuando Martín Samaguey Cárdenas y su gestión  “hacia historia”. Una argumentación similar usamos en la administración anterior. 

Hoy como ayer tampoco será bueno que la autoridad contra argumente con el consabido: “mal agradecidos; mendigos, nada les parece; ya quisieran contar con la vacuna en otros país”. No, no  es por ahí. 

¿No cuentan con información para planear mejor? 

Como beneficiario de la inmunización he experimentado y observado el proceso de vacunación en varias de sus etapas: mayores de 70, 60 y más, 50-59, 40-49, personal de educación, personal médico, jóvenes y refuerzos. Con esto quiero marcar que después de tantos ejercicios, para nadie, la vacunación es un hecho inédito, menos para la Secretaría de Salud que tiene decenios vacunando en ciudades, pueblos, ranchos, rancherías y poblados dispersos. 

De veras, ¿a quién se le ocurre convocar  a  todo el “paquete” de zamoranos de 40-59 años de edad, potencialmente vacunables, en una sola sede (Chamizal) y horario limitado a seis horas en tres días?  

Si el registro del Consejo Estatal de población (COESPO, 2020) no está equivocado y/o que hayamos leído y anotado mal, enfrentamos el reto de vacunar a 35,796 individuos que componen la población económicamente activa. Nada fácil inyectar en su brazo a 5,966 por hora si los 35,796 trabajadores acudieran en una fecha. Un problema no menor es  manejar 17,898 litros de orines si ocurriese la coincidencia de vaciar la vejiga todos a un tiempo. 

Tabla 1. Población Económicamente Activa de Zamora  de 40 a 59 años 

Grupo de edad Cantidad 
40-44 11,304 
45-49 9,938 
50-54 8,315 
55-59 6,239 
Total 35,796 

Fuente: COESPO, Michoacán, 2020 

Los funcionarios municipales, estatales y federales poseen  información que se elabora con cargo al erario público. No tienen excusa para decir: “no sabemos cuántas personas de 40 a 59 residen en Zamora”. Los adultos “medianos” de 40 a 59 años constituyen entre el 20 y 21% de la población total. 

Cuentan con la información detallada –no exacta- de las áreas geo estadísticas básicas (AGEB) que elabora INEGI; tienen los censos a la mano; poseen las bases de datos de SAPAZ, Obras Públicas (planeación), del registro de la propiedad, del Instituto Electoral y/o pueden complementar con las bases de datos de Telmex y del Cable. Si faltara algo, las relaciones de abonos de Coopel, podrían servir. Otra fuente de datos son los listados que usan los “mapaches” y “carruseleros” cuando “pastorean” a los votantes en cada una de las secciones electorales. 

No cabe alegar que “no saben”,  que no cuentan con datos de cuanta gente (más o menos) vive en cada colonia y rumbo de la ciudad y municipio. Cada tres años los gobiernos municipales pagan una lana por redactar los llamados planes de desarrollo urbano. Y  en todos los gobiernos (José Alfonso, Rosa Hilda, José Carlos Lugo, Martín Samaguey, Carlos Soto) se gastó dinero para elaborar y publicar esos planes. 

La cantidad de personas  de ese rango de edad es un gran montón y sí podían (debían) haber imaginado que las vacunas serían insuficientes. 

Por fortuna (desgracia) no toda la gente acude a vacunarse, pero qué tal si se presentan todos los zamoranos que trabajan (PEA) y que fueron convocados al Chamizal? Nada más de orina esos 35,976   hubieran llenado 27.5 tinacos de 650 litros y gastado $ 178,980 porque las PYMES (sanitarios improvisados de paga) cobran 5 pesos por cada servicio. 

Ese modo erróneo de convocar así; tiene altos riesgos. Primero, el personal de la Brigada Corre Caminos y el de vacunación no tiene certeza de cuántos paquetes preparar para evitar desperdicios con alto costo; segundo, las personas que hacen fila ignoran si alcanzará para todos una dosis; tercero, se expone la salud y seguridad de la gente; y, cuarto, se puede enfadar y desbordar esa inconformidad. 

¿Cómo y quién decide la vacunación? 

Lo más sencillo (y mezquino) es afirmar o insinuar que se vacuna así porque lo indica Andrés Manuel López Obrador. O afirmar que es culpa de Martín Samaguey porque “es un esquema heredado del pasado y no se ha podido cambiar”. 

Por lo que se lee e interpreta desde fuera es un reparto de tareas entre los tres niveles de gobierno: Federal, 1). Determinación de grupos etáreos y zonas del país; 2). Definición de conceptos, requisitos (parámetros) y documentos; 3). Decisión del tipo y cantidad de biológico (Pfizer, Astrozeneca, Cansino, Moderna) y 4).Transporte y custodia de la vacuna. 

Municipal: 5).Acondicionamiento de sedes (mobiliario, iluminación, sanitarios, depósitos de residuos –basura- protección policial, civil y supervisión vial; 6). Publicación de  convocatoria; 7). Revisión de documentos en la fila y supervisión del orden en la misma;  

Estatal: 8). Aplicación de la vacuna con personal del IMSS e ISSSTE y de  la Secretaría de Salud, contratado para esa labor;  9). Vigilancia médica post vacunación. 

En estos procesos hay varios “cabos sueltos”: 

 Uno, ¿Quién decide que sea una, dos  o cuatro sedes? ¿Por qué si es (era) posible avalar que la gente se forme desde La Rinconada –sobre la carretera- hasta Romero de Torres (expuesta a atropellamientos, insolación y mentadas de madre) para ser vacunados en IMSS y nunca ha sido viable hacer fila en la Calzada y vacunarse en la Rotonda o a lo largo de ese espacio que es más amable?  

Dos, ¿De cuántas dosis se dispone para cada etapa y/o fecha;

Tres, ¿Por qué no puede salir alguien del área de vacunación y contar “mono por mono” para saber cuánta gente está en “espera” de una vacuna y comunicar: “hasta aquí”?  

Cuatro, ¿Por qué a veces sí y otras no, es válido que un individuo se forme con la documentación (o sin ella) y reserve lugar para su esposa,  cuñado, yerno, nuera o suegro? 

Cinco, ¿Qué impide a los funcionarios y políticos emitir un mismo mensaje y acatar las reglas que ellos mismos publican?  

Seis, ¿Qué hacen con los papeles y datos que entregamos en cada etapa? ¿En qué usan el nombre, apellidos, fecha de nacimiento, domicilio, código postal, estado donde se nació, dirección de correo electrónico y teléfono?  

Siete, ¿Por qué si es aceptable usar el tiempo de radio, TV y prensa en las elecciones y no se “puede desviar” algún dinero para la información de la vacunación?  

Costos sociales evitables o que  pueden reducirse 

En primer término, puede y debe reducirse el tiempo y espacio de contagio, evitando la fila y/o reduciendo el tiempo de espera. De igual modo, aminorar la exposición a cambios de temperatura (lluvia, viento), a asaltos o agresiones físicas; minimizar  la fatiga y molestias de una larga espera, de pie, durante 5 y media horas el viernes para quien se incorporó a la doble fila en la avenida López Mateos a las 9:00 y  a las 14:40 horas cuando ya avanzaba en la “unifila” (calle Boreal cerca de Capricornio) fue enterado que “no había vacunas y regresara el lunes 24”. 

La larga y anticipada fila se propicia al no generar certeza de ser vacunado y con ello se inducen más gastos (sanitarios 5 pesos; tortas, tacos; agua, refrescos; tamales, tacos, tortas), transporte y carga de equipo (abrigo para el frío; paraguas, banco y un palo para los perros). También la autoridad destina más personal de orden, vigilancia y protección (PV, policía, tránsito). 

Un político o funcionario que no está sujeto a un horario y no solicita permiso para dejar el trabajo, no tiene muy claro que un empleado del comercio, un obrero de taller o un jornalero agrícola no goza de ese derecho; no le es sencillo dejar unas horas el mostrador o la pala e ir a vacunarse y volver el lunes (otra vez) “a ver si alcanza”. 

¿Cómo resuelve ese asunto el gobierno municipal? ¿Cómo valoran esa situación en SAPAZ, parques y jardines, aseo público? Si 500 empleados del municipio han obtenido tres permisos para la vacunación y refuerzo, entonces se han pagado –por lo menos- 1500 jornadas de ausencias (licencias) cuyo salario sí se cubre. 

Si solo 500 empleados del gobierno municipal han gozado de permiso tres veces para hacer fila y vacunarse, se ha erogado  un poquito más de un cuarto de millón de pesos; $259,305 si esos 500 individuos ganan sólo $172.87 al día. 

Aprender de la experiencia 

El personal de la Secretaría de Salud (SSA, IMSS, ISSTE) tienen “siglos” de experiencia. Cabe la pregunta: ¿se les toma en cuenta o quién diseña la vacunación? 

De verdad, ¿no es posible organizar de otra manera la vacunación? 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *