Este miércoles 27 de junio se acabaron los discursos esperanzadores, demagógicos o realistas, ahora vienen tres días de silencio para los cuatro candidatos a la Presidencia de la República, con la finalidad de que el electorado siga razonando su voto y esté preparado para emitirlo el primero de julio en una jornada cívica que, querámoslo o no, vendrá a cambiar el rumbo del país, gane quien gane.
Después de los comicios federales, estatales y municipales del primer domingo del mes de julio tendremos a otro México, un país que cuya población en edad de sufragar, lo habrá sacado adelante o simplemente lo habrá terminado de hundir.
Pero regresando al silencio de los candidatos presidenciales recordemos que los cuatro, en circunstancias similares, optaron por guardar silencio, por la omisión, por la indiferencia, por la superficialidad y hasta por el cinismo cuando se les preguntó sobre qué hacer para solucionar los problemas estructurales de México.
Las respuestas que dieron en muchos casos mostraron ignorancia de la realidad social y económica del país, indiferencia, insensibilidad y hartazgo de tener que tratar temas que no son de su interés, no están en sus agendas y por lo tanto, quien gane, poco hará para colocarlos dentro de las prioridades gubernamentales.
Solo enumeraré diez asuntos que son del interés de la sociedad mexicana y para atenderlos, los candidatos, no presentaron propuestas viables y razonables para diseñar y poner en marcha políticas públicas, o en su caso, proponer reformas o crear la normatividad que se requiera.
En contraparte, abundaron las generalidades, el sentido común, el mal chiste, las ocurrencias y la falta de respeto hacia el pueblo de México. Hasta el último día de campaña electoral, tanto Jaime Rodríguez, Ricardo Anaya, José Meade o Andrés Manuel López Obrador, fueron incapaces de convencer al electorado de cómo gobernarán en el momento que tengan que atender asuntos que hoy en día le quita el sueño, la tranquilidad y la vida a la población mexicana.
La administración pública federal en México, esté quien esté en la Presidencia de la República, debe y tiene que atender problemas graves y urgentes que surjan en las materias de: 1. Seguridad Pública; 2. Delincuencia Organizada; 4. Educación, 5. Violaciones a Derechos Humanos y Abuso de Poder; 6. Migración Internacional; 7. Desplazamiento Forzado Interno; 8. Desaparición de Personas; 9. Producción Agropecuaria y; 10. Conservación y Aprovechamiento Sustentable de Recursos Naturales.
Sabemos que si llegara a ganar Jaime Rodríguez solo tenemos que consultar los índices delictivos que genera el INEGI para saber a cuántas personas habría que amputar las manos; si llega a la Presidencia Meade, sabemos que Carlos Salinas de Gortari y compañía seguiría gobernando en el país, lo mismo que si Anaya sale victorioso; si López Obrador gana, ya sabemos que combatirá la corrupción y que no se vengará de la mafia del poder, sino que solo hará justicia.
Las preguntas para todos siguen siendo ¿Cómo? ¿Cómo sacar al país de la crisis generalizada en que se encuentra? ¿Qué hacer para despertar al Estado mexicano y asuma su responsabilidad a todo lo ancho y largo del territorio nacional?
Las estrategias para gobernar a un país como México no son cosa menor, deben partir de diagnósticos serios de la realidad mexicana, esas propuestas deben ser la base para elaborar el Plan Nacional de Desarrollo y así evitar la improvisación y la falta de planeación. @V_RuizArrazola *Periodista y abogado defensor de Derechos Humanos