El gobierno de la república publicó en el Diario Oficial de la Federación las condiciones bajo las cuales se iniciará el ciclo escolar 2020-2021. El ciclo iniciará a distancia atendiendo al semáforo epidemiológico y para ello la SEP ha dispuesto que se utilizará la televisión comercial y la radio, apoyados también en las tecnologías de la información.
La estrategia, sin embargo, es pobre de cara a la actualidad de los recursos tecnológicos disponibles y deshilvanada de cara a los soportes pedagógicos que deben orientar los esfuerzos de todos los agentes educativos. Dos efectos tendrá la estrategia: primero, colocará a los docentes en una situación ambigua y sin recursos de cara a un rol que la gran mayoría desconoce, condición que buscará resolver ¡en una semana! en las reuniones de Consejo Técnico y, segundo, debilitará el derecho a la educación de los sectores más vulnerables.
Extraña que siendo México un país reconocido en América Latina como vanguardia en la educación a distancia y en el uso de la televisión y las tecnologías de la información para la educación, se haya construido un esquema tan limitado.
Desde los años 40 del siglo pasado la SEP incursionó exitosamente en esta modalidad haciendo uso del correo y de la radio. En 1968 se instituyó formalmente la Telesecundaria, que evolucionó durante 52 años incorporando las nuevas tecnologías, también con éxito probado. Muy lejos, por cierto, de la descalificación que un funcionario de la SEP le propinó en los días en que se anunciaba el acuerdo con las televisoras comerciales. En los años 70 la UNAM estableció su Sistema de Universidad Abierta que desencadenó iniciativas educativas semejantes en toda la república. El Polivirtual, que tiene sus antecedentes en 1974 ha generado experiencias atendibles.
Que no se eche mano de la experiencia educativa construida por estos sistemas y de las plataformas de contenidos que se han ensayado y ajustado con regularidad es en verdad lamentable. Tiempo ha habido suficiente para construir de la mano de los expertos y los docentes de estas instituciones un modelo de atención consistente y coherente con una perspectiva pedagógica acorde a las circunstancias.
Que no se eche mano de las tecnologías de la información vigentes y no se invierta en ellas para ponerlas a disposición de todos los maestros y los alumnos nos coloca 50 años atrás. Según datos de Ifetel en 2018 existían 115 millones de líneas celulares activas en el país; en el 2020 el Inegi identifica 80.6 millones de usuarios de internet y 86.5 millones usuarios de telefonía celular; reconoce que en las poblaciones urbanas son usuarios de las tecnologías de la información el 76.6% y en las zonas rurales el 47.7 %. En todo caso, el gobierno federal bien pudo invertir, o compartir inversión con la iniciativa privada, para instalar la infraestructura de telecomunicaciones que requieren las 557 localidades sin este servicio, y los 5 millones 418 mil habitantes que están fuera de cobertura. De igual manera sigue valiendo la pena invertir en equipos receptores con conectividad para docentes y alumnos para que la educación a distancia sea eficiente y logre relaciones comunicativas horizontales. De igual manera la SEP debe poner a disposición de maestros y alumnos las plataformas tecnológicas para la comunicación educativa virtual y no dejar que ellos se las arreglen como puedan.
El modelo que se pondrá en práctica es como mirar al pasado. Pero que se tenga que echar mano de conductores del espectáculo televisivo, bajo el argumento de que conocen mejor que nadie el lenguaje propio de la televisión es no tener ningún referente de la historia de la educación de nuestro país. Como si en más de 50 años la televisión educativa y cultural mexicana no hubiera resuelto exitosamente la dualidad pedagogía – televisión. Es tanto como entregarle a la vaciedad del espectáculo el manejo pedagógico de este medio. ¿En verdad se cree que el esquema que salva la contradicción educación – frivolidad televisiva radica en mezclar a dueto un conductor de espectáculos y un maestro?
La radio y la televisión son tecnologías del siglo pasado y definitivamente limitadas para realizar la interacción y romper la verticalidad de los mensajes, y esto en educación es crucial. La telesecundaria rompió esta unidireccionalidad con la presencia de un docente y otros contenidos interactivos y críticos que fue incorporando. La disponibilidad de las nuevas tecnologías de la comunicación, horizontales y con capacidad para la interacción en tiempo real, tienen ventajas superiores y sin embargo no son el canal privilegiado para soportar el regreso a clases.
Con razón se podrá decir que no todos los hogares cuentan con un aparato para conectarse y que la señal no llega a todas las localidades. Pero también es cierto que hubo tiempo para invertir en ampliar las redes y en proveer a los niños de los equipos necesarios. Además, ese era uno de los programas prioritarios del nuevo gobierno: internet gratis para todos, se sostenía. Era cuestión de haber hecho las inversiones en el momento oportuno. Lamentablemente no hay más recursos para soportar este modelo a distancia, salvo el convenio con las televisoras de 450 millones de pesos para transmitir contenidos, lo que implica un costo por alumno de 12 centavos por día de transmisión, según el Secretario Esteban Moctezuma.
Lo más preocupante en esta estructura, aún sin forma consistente, es la tarea del maestro. No basta con afirmar que es imprescindible, las guías de que disponen son pobrísimas, se les pide que ellos resuelvan el problema previo diagnóstico de los medios tecnológica que ellos y los alumnos posen. Es problema la ambigüedad de su rol como gestor de medios y promotor de contenidos. Deberá multiplicarse, una será la metodología para atender los contenidos televisivos o de radio y otra la metodología con los alumnos que dispongan de conectividad. La misma ausencia existe ante el papel de la familia que deberá involucrarse en el proceso dependiendo en gran parte de la tecnología empleada, televisión, radio o internet.
Ante la incertidumbre por la evolución de la pandemia más valiera que en los próximos meses el gobierno federal invirtiera lo necesario para privilegiar las tecnologías para la interacción y crear desde ahora para el futuro un sistema flexible que lo mismo pueda realizarse de manera presencial que a través de la interacción a distancia o virtual. Lo que implicará desarrollar nuevas capacidades en los docentes y revalorar las capacidades educativas desde los hogares.
Si el modelo que se ha presentado no se madura el ciclo escolar 2020-21 corre el riesgo de obtener resultados pobres. Y no debiera de ocurrir así, un buen número de instituciones educativas prestigiosas, públicas y privadas, tienen abundante experiencia que debe consultarse. Y si el modelo que se va a operar es con los medios de hace 50 años, lo menos que se puede pedir es que sea eficiente y no confundir el circo de la tele con la televisión y la radio educativas.