OPINIÓN. LAS AGENDAS OCULTAS DE TRUMP Y AMLO. Por Efraín Barrera Medrano

No debió ser fácil para el presidente Andrés Manuel López Obrador tomar la decisión de viajar a Washington cuando, por la coyuntura, no deja de ser polémica e implica arriesgar un capital político al entregar una potente arma a sus detractores. la angustiante circunstancia por la que atraviesa México, por una pandemia que no respeta fronteras ni ideologías, ha provocado una preocupante crisis sanitaria, cierre de empresas y pérdidas de más de un millón de empleos; más que cuidar su prestigio político, el presidente queda sin opción y decidió asistir; hubiera sido peor lo contrario.

Si bien el tema neurálgico que los sienta en la misma mesa es la entrada en vigor del T-MEC que, hoy por hoy, es el instrumento más importante de salvación de nuestra economía, hay razones para pensar que existen agendas ocultas que pueden ser o no tan coincidentes pero si importantes para cada cual, que los llevará a encontrar puntos de convergencia.

Sin duda en algún punto del orden día aparecerá el tema del narcotráfico, la corrupción, García Luna y el controversial operativo de rápido y furioso durante los gobiernos de Fecal y Obama, que sospechosamente, se les salió de control a ambos, y miles de armas entraron a nuestro país que fueron entregadas a sicarios de los carteles.

No es fortuita la preocupación del candidato JOE BIDEN y de altos funcionarios del partido demócrata sobre acuerdos que eventualmente surgieran entre ambos mandatarios en el marco de esa cumbre. De la información que ahí se verterá sobre estos temas, podrían desagregarse acuerdos y decisiones de grandes proporciones que no solamente alcanzarían la campaña del demócrata, sino también a funcionarios mexicanos del gobierno de Felipe Calderón, que eventualmente pudieran estar involucrados en este hecho y que hasta ahora no han sido tocados empezando por el mismo Felipe Calderón y Vicente Fox.

Hay que enfatizar que Trump está en campaña y cualquier información útil será oro molido para denostar al contrincante y posicionar sus aspiraciones, pero también será una gran herramienta en el combate a la corrupción e impunidad que impulsa AMLO desde el inicio de su gobierno y mitigar las embestidas desesperadas de la derecha que no le dan tregua.

De suerte tal que el excéntrico presidente norteamericano, sin decirlo, llega con una agenda salpicada de tintes políticos, derivada del proceso electoral que ya arrancó en ese país. Sus aspiraciones reeleccionistas y su olfato político, le hace suponer que con esta cumbre se congratulará con los votantes latinos por la gran popularidad de AMLO; por su parte, al mandatario mexicano al margen de la rentabilidad electoral que le pueda generar a su homólogo, le urge privilegiar su agenda económica en cualquier lugar y circunstancia por encima de críticas y animadversiones, pues la recuperación económica post COVID de eso depende, y, aunque podría no estar de acuerdo con los tiempos, sabe que no conviene titubear.

Nuestra economía depende definitivamente de las exportaciones que se hacen a mercados internacionales y a USA se envía el 80%, sin olvidar que nuestros paisanos envían 30 mil millones de dólares anuales, que se traducen en poder adquisitivo de muchas familias y estabilidad social en México. Sería un error si el gobierno mexicano mandara señales de descortesía que pudiera provocar una variación en la política arancelaria de ese país y gravara los miles de millones de dólares que por diferentes conceptos entran a México. Eso no lo aguanta nadie y sería el harakiri de la 4t.

Pero vayamos por partes; no es tan cierto que el voto latino sea base electoral exclusiva del partido demócrata y que, por tanto, el republicano (partido de Donald Trump) se la tenga que arrebatar; en su estadística american community survey identifica gran número de simpatizantes republicanos en ese segmento social (alrededor del 33%), por su parte, el partido demócrata captó 2 terceras partes del voto latino (mexicano) en la elección del 2016 y perdió la elección.

De acuerdo a estadísticas electorales de ese país, el voto latino significa el 13% del total de la votación nacional, pero de ese universo solamente participa el 48%( menos de la mitad), se deduce, por tanto, que el actual mandatario estadounidense no necesita al presidente de México como gran elector para reelegirse, que desde luego, si le sacará toda la tajada que pueda, hasta donde alcance, más por un tema de gobernabilidad y de pose política que de captación de votos. ¿Imagine que AMLO determinara quien gana o quien pierde una elección en el país más poderoso del mundo? ¡Fuéramos una potencia global muy respetada!

Si los candidatos en campaña aflojan todo, es el mejor momento para sacarle a Trump una buena negociación que fortalezca nuestra economía, algo que sin duda aprovechara AMLO. A diferencia de la visita que hizo en agosto del 2016 a Peña Nieto cuando era candidato, ahora trae en su chistera poder de decisión, dinero y todas las atribuciones de jefe de estado. La política son intereses e intercambio de valores: que me das que te doy. Así ha funcionado siempre.

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