ABSUELVE TRIBUNAL A POLICÍA QUE MATÓ A BALAZOS A DELINCUENTE EN MORELIA

POR ANDRÉS RESILLAS//

El policía municipal Armando P. no dudó en disparar. Era su vida o la de Jesús R.

Armando jaló tres veces el gatillo de su pistola escuadra nueve milímetros: dos de los disparos dieron en la humanidad de Jesús; el segundo impactó en el pecho y le causó la muerte.

Jesús R., no alcanzó a utilizar también su pistola nueve milímetros; su mano derecha sólo quedó empuñándola.

Así terminó la persecución tras haberse cometido un robo en la colonia Vista Bella de Morelia.

Anoche, tras un juicio de casi un año, el Tribuna del Poder Judicial absolvió a Armando P. de la muerte de Jesús, ello luego de que la Fiscalía General del Estado acusó al policía municipal de Homicidio calificado y de uso excesivo de la fuerza para someter a Jesús R y su acompañante José S.

Y es que los dos hombres fueron sorprendidos por Ismael J. cuando estaban robando artículos de su domicilio. Aunque el dueño se les enfrentó, Jesús R. le puso su pistola en la cabeza y le espetó:

-«Ya te llevó la chingada, cabrón!».

Ismael J., quedó paralizado, esperando lo peor. Pero Jesús R. le perdonó la vida.

Jesús R. tenía en su mano izquierda una pantalla de televisión envuelta en una bolsa de plástico. Subió a la moto y esperó que su compañero José hiciera lo mismo. Arrancaron violentamente.

Ismael corrió a la calle Rey Tariácuari a pedir auxilio. A lo lejos vio una patrulla de la Policía Municipal de Morelia y la interceptó. Les dijo a sus tripulantes que los ladrones estaban huyendo en una moto y que portaban artículos sustraídos de su casa.

Los policías arrancaron su patrulla tras los hombres que viajaban en la motocicleta. Al dar vuelta a la calle Tzintztunzan los divisaron. Iban como alma que lleva el diablo.

Jesús y José se dieron cuenta que los perseguía una patrulla cuando escucharon su sirena. Jesús aumentó la velocidad. El motor de la motocicleta bramó violentamente.

Al llegar a un tope, Jesús decidió no disminuir la velocidad y volárselo. La moto se sacudió. José tuvo que soltar algunas prendas para sujetarse y no caer. Varios artículos volaron por los aires.

La patrulla hizo lo mismo. Estaban ya cerca de la moto. José conducía el vehículo y Armando tomó el micrófono del altavoz y le ordenó a los motociclistas que se detuvieran. No le hicieron caso.

Al llegar al segundo tope de la calle Tzintzunzan la motocicleta salió disparada por los aires sin control. Lo mismo ocurrió con Jesús y José.

Cuando la patrulla llegó, se paró a una distancia de 20 metros. Jorge, el policía copiloto salió rápido del vehículo para detener a los ladrones. Pero estaba desarmado.

En su testimonio Jorge afirmó que Jesús R. lo recibió apuntándole con su pistola, por lo que optó por ocultarse.

Detrás de Jorge venía su compañero Armando, ya con su pistola empuñada. Cuando vio que Jorge se abrió, Armando siguió y vio a Jesús R.; no dudó en dispararle. La acción fue instintiva.

Jesús R. cayó abatido. Pese a la caída y los golpes y raspones que sufrió en la cara, nunca dejó de empuñar su pistola.

Para la Fiscalía, el policía Armando actuó con ventaja. No tenía motivos para disparar hasta en tres ocasiones para someter a Jesús R.

Pero en el juicio la acusación no se comprobó. El testimonio de Jorge fue fundamental para demostrar que Jesús R, encaró a los policías con su pistola.

Jorge dijo que al encarar a Jesús temió por su vida, pues por unos segundos estuvo en la mira de su pistola.

La defensa de Armando P. sostuvo que los dos agentes agotaron todos los protocolos para obligar a los delincuentes a entregarse y que tuvieron que enfrentarlos.

Que tanto Armando y Jorge estuvieron en riesgo grave y que respondieron de manera proporcional.

El Tribunal en su fallo argumentó que la Fiscalía no logró acreditar el delito de homicidio calificado y que todas las evidencias demostraron que Armando tuvo que utilizar su arma para someter a Jesús y José.

Armando quedó absuelto y hoy se incorporará nuevamente a la Policía Municipal.

 

 

 

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