OPINIÓN. HUNDIR AL ESTADO DE MICHOACÁN. Por Teresa Da Cunha Lopes

Hundir a la educación pública es hundir a la nación. Hundir a la UMSNH es hundir a Michoacán.

El sabotaje contra la educación superior pública, gratuita y de calidad, es el último acto de una larga estafa, a que algunos llaman “meteórica carrera política “. Además, su único combustible es el resentimiento duro.

Ahora que ya no está haciendo todo lo que podía y, tuvo al alcance de sus manos hasta los últimos días del voto del presupuesto, para destruir las esperanzas de miles de jóvenes de controlar sus historias de vida (y sus destinos laborales), dejemos clara una cosa: esta crisis de la UMSNH (artificialmente provocada por un funcionario y otros electos), no tiene nada que ver con el interés nacional de México ni con el interés particular de los michoacanos. Ni con transparencia o jubilaciones.

A la economía michoacana, en particular, le iría bien, mucho mejor de lo que está habituada, con una reserva de mano de obra calificada y, en manos de recursos humanos especializados. O sea, con una universidad pública gratuita y de calidad que produzca como output egresados preparados para la 4a. Globalización: la de la transferencia de conocimientos y de la economía inclusiva.

No se trata pues, en el ataque frontal a la educación pública y, en particular a la UMSNH, de nacionalismo ni de “razón de estado”; es, principalmente, puro resentimiento.

El sabotaje del crecimiento de Nuestra Máxima Casa de Estudios (y de todo el sistema educativo) es un ataque directo a los michoacanos.

El desprecio evidente del detentor de la silla de Hidalgo por los trabajadores de la educación y, en particular por los profesores-Investigadores de la Benemérita y Centenaria UMSNH es un síntoma más de una real incapacidad de entender lo que significa gobernar.

Esa incapacidad se traslada a un presupuesto, fraudulento en sus alcances, construido sobre “falsos “ahorros y sin objetivos claros (ni fundamentos teóricos de una política pública identificable) de desarrollo. Cualquier ama de casa hubiera elaborado un plan de gastos, inversiones y ahorros domésticos con mayor eficiencia y sentido común.

En lo que respeta a las matemáticas del presupuesto es evidente que sus premisas no permiten salir de la deuda abismal del estado y, es totalmente falso (para ya no decir improbable) que un “ahorro “de algunos millones recortados a la UMSNH (mínima cantidad en el cómputo general, pero vital para nuestra institución) lo consiga.

Ah, y no se trata solo de prestaciones cruciales, se trata también de empleos. El turismo no va a transformar; en los tiempos que corren, por si solo en la panacea de la economía michoacana. Existe, además, un límite físico al número de tacos que un individuo puede comer por día y, por ende, de restaurantes que se pueden abrir y, mantener a flote económicamente.

La principal fuente de empleo es el sector educativo, el sector más pujante es la atención a la educación (y de paso el sector salud y la asistencia social). ¿Cuántos de estos empleos sobrevivirían a un recorte salvaje de los presupuestos a la educación y, cuantos de los sectores (como el transporte público, inmobiliario, papelerías, cocinas económicas, abarrotes de barrio) que viven secundariamente, en grande parte de la capacidad de consumo de los trabajadores de la educación y de la demanda de servicios de la concentración de alumnos en Morelia y nodos regionales, sobrevivirá al recorte duro de las prestaciones integradas en los salarios?

Hundir presupuestalmente a las instituciones educativas no es solamente hundir a la educación (lo que es, sin duda GRAVÍSIMO) es, también hundir, colateralmente, en un efecto de dominó a la economía.

¿Puede la economía michoacana estar en calma y seguir adelante bajo el falso argumento de que “ahorra “en educación? No. Pero, algunos políticos respaldados por otros líderes grises de la estancada iniciativa privada local continúan perpetuando la falsa premisa que sí. Por eso estamos en permanente depresión económica. Porque deciden sobre falacias y no entienden el funcionamiento del todo.

Así que estamos, permanentemente en crisis. Y, cuando este acabe y cuando llegue la próxima gran crisis probablemente vendrá de alguna dirección que a mí no se me habría ocurrido, pero que sé que ha sido construida por la falta de oficio de quien decide y nos (des)gobierna.»