POR ANDRÉS RESILLAS
Con la conformación del Frente Ciudadano por México ocurre un hecho histórico negativo para la vida política de nuestro país. El PRD y PAN decidieron hacer bloque para enfrentar las elecciones del 2018.
Un partido dizque de izquierda hace alianza con la corriente conservadora y derechista de México; algo impensable no hace mucho tiempo, pero ahora es una realidad. No hay duda: el PRD firmó su sentencia de muerte y le deja el paso libre a Andrés Manuel López Obrador para tratar de alcanzar la presidencia de la República.
Una colectividad que carece de memoria histórica y política está destinada a la pobreza y a la debacle democrática.
El PAN surgió en los años 30, del siglo XX como una respuesta al movimiento social encabezado por Lázaro Cárdenas del Río, que otorgo todos los derechos laborales a los trabajadores, distribuyó la tierra a los campesinos marginados y expropió la industria petrolera.
Fue un presidente que estuvo del lado de los pobres; los empresarios y la clase media acomodada creían que el país iba rumbo al socialismo; por eso surgió Acción Nacional, para favorecer y defender los intereses de la clase acomodada.
No en balde la afirmación de Cuauhtémoc Cárdenas cuando afirma que jamás iría en alianza con los panistas. Es la izquierda y la derecha: ideologías totalmente incompatibles, aunque se invoque el más puro de los pragmatismos.
Eso pegará muy duro en Michoacán, pues miles de ciudadanos, tanto rurales como urbanos, despertaron a la vida política con el PRD bajo el afán de derrotar al PRI y su legado corrupto antidemocrático y empobrecedor de las familias.
No será raro presenciar una desbandada de perredistas hacia MORENA, pues han visto la persistencia de López Obrador durante muchos años y se identifican con los valores y principios que enarbola el tabasqueño.
Pero también hay una corriente que está emergiendo y que observa que el sistema de partidos está totalmente prostituido y que la clase política se está hundiendo en la corrupción y que es capaz de vender su ideología por un pedazo de poder político.
En estos momentos los ciudadanos sólo están observando. Las cúpulas partidarias se reparten el pastel y gozan del privilegio económico que les da dedicarse a la política.
Están quedando muy pocas opciones para los ciudadanos de a pie; para los críticos del sistema y aquellos que aspiran vivir en un país sin corrupción, inseguridad y antidemocracia.
¿Cuál es la verdadera opción política, ante un sistema que ya demostró que no es capaz de reivindicar la honestidad, la dignidad y la lucha por el bien común?
No la vemos.
Como tampoco vemos un liderazgo capaz de enfrentar y derrotar a este sistema de partidos prostituido hasta la médula.