¿Se deben o no aprovechar los bosques? Es una pregunta que pareciera ociosa. Más en los tiempos actuales marcados por una intervención devastadora del hombre determinada por el crecimiento de la demanda de materias primas que se generan en los bosques.
La madera y los productos no maderables como la resina tienen una vasta demanda en el mercado. Habrá que decir que antes que el valor ambiental de los boques hoy se pone en primer lugar su valor comercial. La cadena productiva que se origina desde los bosques genera riqueza que se distribuye entre diversos sectores sociales vinculados a ellos.
Michoacán es una de las entidades en donde el valor que se genera en nuestros bosques es relevante; aporta alrededor del 6 % nacional en productos maderables y el 94 % de no maderables, tal es el caso de la resina. En el 2018 la producción maderable generaba 618 570 513 millones de pesos.
La resina como producto no maderable, con datos de 2018, Michoacán logró producir 22 434 toneladas, una cantidad que se ha mantenido semejante en los años posteriores. El valor de dicha producción fue entonces de 437,457,981 millones de pesos. De acuerdo con datos de Cofom en el 2021 el valor de la producción resinera, por vez primera, superó al valor de la producción de la madera, llegando cerca de los 600 millones de pesos.
Ello puede explicarse por diversas razones. Una de ellas es el incremento en la importación de maderas que ha acotado al marcado nacional; otra la reducción de la superficie de los bosques michoacanos en más del 50 % en los últimos 30 años para dar paso a las plantaciones aguacateras; y finalmente, el incremento del precio de la resina que entre mediados de 2020 hasta el 2022 ha fluctuado entre 30 y 38 pesos por kilo motivando el retorno de los propietarios de los pinares para realizar el aprovechamiento beneficiándose de un precio rentable.
La mayor parte de los bosques estatales están en manos de ejidos, comunidades indígenas y de pequeños propietarios. En todos los casos el bosque ha ofrecido oportunidades de ingreso a sus poseedores, cuyos beneficiarios se cuentan por decenas de miles.
Pero no todos los aprovechamientos maderables son legales. De acuerdo con datos nacionales del 2020 prácticamente la mitad de toda la madera que se comercializa proviene de la tala ilegal, en donde el crimen organizado está jugando un papel activísimo, dominando ese mercado y extendiendo su control a través de la extorsión sobre quienes producen conforme a la ley.
La relación de nuestra economía con los bosques es de exigencia extenuante. Demanda de ellos materias primas, muchas de ellas hasta ahora insustituibles, pero lo hace sin considerar el agotamiento creciente y el daño ambiental que como cauda residual quiebra los equilibrios ecológicos que necesitamos para continuar en el planeta.
La perspectiva de los aprovechamientos sustentables ha ganado, por lógicas razones, terreno en la definición de políticas públicas aplicadas al campo forestal. El pensamiento ambiental ha ido ganando terreno en la relación que todos tenemos con la naturaleza y ha motivado una reflexión social sobre la finitud de la naturaleza y el consecuente desastre que ocasionaremos si no paramos y modificamos los valores que han dominado nuestra relación con el planeta.
Conciliar el cuidado de los bosques con el aprovechamiento por parte de sus propietarios es el mayor reto que tenemos y tienen obligadamente las instituciones responsables de ese ámbito. Es muy difícil, y tal vez solo en casos singulares, se pueda hablar de una veda para proteger el patrimonio natural. Lo real, lo que debe hacerse ahora es construir esas estrategias que concilien la contradicción entre economía y conservación ecológica.
Por ello representa un paso muy significativo el compromiso que el gobierno de Michoacán asumió en Villa Madero el pasado 9 de septiembre para ir por la marca de Resina Michoacán con un sustento ambiental. La oportunidad es aún mejor cuando se ofrece la posibilidad de un diálogo con el sector resinero para construir el conjunto de estrategias que logren por un lado el beneficio económico para los propietarios de bosque y los raspadores, y por el otro la conservación de los pinares evitando el cambio de uso de suelo y la tala ilegal.
Y los resineros le han tomado la palabra al gobierno y desde este miércoles 12 de octubre se constituyeron, con la compañía de funcionarios de Cofom y del gobierno municipal de Madero, en mesa de trabajo para contribuir con el diagnóstico y generar propuestas en diversos ámbitos: el mercado nacional e internacional, búsqueda de nuevos nichos de mercado, la cuestión de los aranceles, la capacitación en tecnologías que garantices la sustentabilidad, las condiciones de vida de los resineros, la regularización de los aprovechamientos, la seguridad, y desde luego, los pasos que deban darse para alcanzar el registro de Producto Resina Michoacán.
Para los maderenses los ingresos que genera la resina constituyen una de las fuentes de vida más importantes, incluso muy por arriba de lo que representan los empleos en las huertas aguacateras. Así que adentrarse por vez primera en los laberintos de cómo se maneja ese mercado y en dónde buscar mejores oportunidades para mejorar o equilibrar el precio de la resina, será una novedad que deberán atender.
Los maderenses saben que si el bosque vale por sí mismo: por su valor ambiental y por su valor comercial entonces los bosques estarán a salvo, y cada pino será cuidado como valor presente y como legado para sus familias.