OPINIÓN:FIDEL, VISTO POR OTROS. Por el prof. Juan Pérez Medina

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“No tenemos otra alternativa que soñar, seguir soñando, y soñar, además, con la esperanza de que ese mundo mejor tiene que ser realidad, y será realidad si luchamos por él. El hombre no puede renunciar nunca a los sueños, el hombre no puede renunciar nunca a las utopías. Es que luchar por una utopía es, en parte, construirla”.

Fidel a Tomás Borge.

Finalmente el 25 de noviembre de 2016 murió Fidel. En 2006, se supo de su gravedad cuando éste dio a conocer la proclama en donde delegaba los poderes que el pueblo cubano le había conferido y dejó entrever que podría ser la llegada del fin de una era de dimensiones históricas para la resistencia y liberación de Nuestra América. En Miami, los proyanquis salieron a las calles a festejar su muerte anticipada y se alistaron para regresar a tomar posesión de los bienes que hoy son del pueblo y que desde su huída de la Isla reclaman como propios, sin considerar como está demostrado, que el pueblo de Cuba no piensa regresar a manos de quienes lo prostituyeron, lo explotaron y le negaron los beneficios sociales de que ahora gozan. El ex presidente de Venezuela, Hugo Chávez, mencionó en aquel entonces, que los Estados Unidos se encontraba (y se encuentra), “en una situación inédita frente a Cuba, porque se han preparado (…) durante muchos años para enfrentar la situación de Cuba sin Fidel. Ahora se les ha presentado una situación inédita: Fidel está, pero no está. No saben qué hacer», y es muy cierto.

El significado de lo que hoy es Cuba, es imposible entenderlo sin Fidel, líder y guía indiscutible de los pueblos pobres del mundo. Pero el propio Fidel es imposible sin la estirpe de su génesis. No se puede entender como ha sido posible crear a un hombre como él sin conocer la historia del pueblo cubano, de su indoblegable e indómito espíritu. Sin la guía de Martí y del Che, sin su vanguardia popular el PPC, Fidel no sería posible. No sería posible sin el Marxismo, sin Lenin, sin Rosa Luxemburgo, sin Mariategui. Sin la fortaleza del pueblo.

Fidel es un hombre extraordinario. El hombre más importante de la última mitad del siglo XX y hasta nuestros días. En aquel 2006 como ahora, la mención de su muerte concitó los comentarios de todas las latitudes, tanto de sus amigos como de sus adversarios. Nunca se ha hablado tanto de un hombre en vida como se ha hablado de él.

Para muchos, y yo me cuento entre ellos, Fidel es un personaje sin igual; de él el extinto Gabriel García Márquez escribió acerca de “su devoción por la palabra. Su poder de seducción. Va a buscar los problemas donde estén. Los ímpetus de la inspiración son propios de su estilo. (…) Paciencia invencible. Disciplina férrea. La fuerza de la imaginación lo arrastra a los imprevistos. Tan importante como aprender a trabajar es aprender a descansar.

Fatigado de conversar, descansa conversando. Escribe bien y le gusta hacerlo. El mayor estímulo de su vida es la emoción al riesgo. La tribuna de improvisador parece ser su medio ecológico perfecto. Empieza siempre con voz casi inaudible, con un rumbo incierto, pero aprovecha cualquier destello para ir ganando terreno, palmo a palmo, hasta que da una especie de gran zarpazo y se apodera de la

audiencia. Es la inspiración: el estado de gracia irresistible y deslumbrante, que sólo niegan quienes no han tenido la gloria de vivirlo. Es el antidogmático por excelencia”. El inolvidable Mario Benedetti, escritor uruguayo de extraordinaria trayectoria, se refirió así de Fidel: “debo consignar que estuve varias veces con él y pude apreciar la sencillez de sus planteos, un inesperado y excelente nivel cultural, la franqueza de que hacía gala ante nuestras objeciones y su infranqueable voluntad de defender y mejorar el nivel de su pueblo.”

Fidel posee el record de guiness del mayor número de atentados para asesinarlo. 640 atentados contra su vida. Y pese a ello, al terrorismo organizado y financiado por el gobierno norteamericano; a los sabotajes y al criminal bloqueo económico Cuba, bajo su mando, logró garantizar a sus ciudadanos niveles de atención médica, educación, salud y seguridad social incomparablemente superiores a los de los gobiernos “democráticos” de América Latina y tan bueno o mejores que los de los países más desarrollados. No hace falta mucho esfuerzo para imaginar lo que podría haber logrado Cuba de no ser por la permanente hostilidad y agresión del imperio. Contrario a lo que ha venido haciendo el gobierno estadounidense promotor de la violencia que desprecia del derecho internacional y ocupa territorios; el pueblo cubano, se ha dedicado a brindar solidaridad a los pueblos pobres o en desgracia con miles de médicos, maestros, científicos y técnicos, como ocurrió con Bangladesh o Indonesia después del gran maremoto y como ocurre con Honduras, Venezuela, El Salvador y Bolivia en donde se apoya con médicos y maestros para la alfabetización. Miles de jóvenes de distintos países del tercer mundo estudian en Cuba de manera gratuita para ayudar a combatir las epidemias y enfermedades de la pobreza. Aun en los momentos más duros del periodo especial, el pueblo cubano mantuvo de manera generosa su solidaridad.

Frei Betto comentó para referirse a Fidel que su obra ha hecho que Cuba sea “el único país de América Latina que ha logrado generalizar la justicia social. Toda la población de once millones de habitantes goza de los derechos de acceso gratuito a la salud y a la educación, lo que mereció elogios del papa Juan Pablo 2º en su viaje a la isla en 1998 (…). En el trayecto desde el aeropuerto de La Habana al centro de la ciudad hay una pancarta con el retrato de una niña sonriendo y la frase: Esta noche 200 millones de niños dormirán en las calles del mundo. Ninguno de ellos es cubano. ¿Algún otro país del continente podría exhibir semejante anuncio a la mera puerta de entrada?”

Fidel es la personificación de este logro extraordinario. Es el Espartaco triunfante, que derrotó a la Roma americana; el Quijote indoblegable que sintetiza la clarividencia de Martí y el heroísmo del Che. El Presidente de Bolivia Evo Morales mencionó en una entrevista que lo que más destaca de Fidel es su solidaridad, reconociendo en él al “mejor médico del mundo, por cómo se moviliza por la salud, pero también es el mejor pedagogo, por cómo fomenta la educación y la lectura. Hoy hay en Bolivia más de mil médicos cubanos y están cooperando con el plan de alfabetización…”

Esta es la demostración práctica de que otro mundo es posible, incluso para un pequeño país situado a unas pocas millas del imperio y a pesar del bloqueo. Es un ejemplo que demuestra que el socialismo no es una utopía sino, como lo recordaba Mariátegui, creación heroica de nuestros pueblos. Por eso la ejemplaridad de la revolución cubana es insoportable e imperdonable para el imperialismo y sus aliados.

Fidel es la persona más querida y más admirada en Cuba. De ello tengo constancia plena. En mis visitas a la Habana pude hablar con la gente, quienes lo ven como un personaje singular y a la vez extraordinariamente simple. Para explicar lo que es Fidel un taxista me dijo que era como “el papá de todos” y me inquirió “¿quién quiere que le pase algo malo a su papá?”. La historia, como lo afirmara el cubano Ángel Guerra, no sólo lo absolvió sino que lo ha colocado en uno de los sitiales supremos de quienes han bregado por la emancipación de los pueblos. Así lo confirman las prodigiosas realizaciones de la revolución cubana en la creación de una sociedad, perfectible sí, pero donde prevalece la fraternidad como premisa de las relaciones entre sus integrantes.

Lo confirma también el ejemplo de apego a las ideas socialistas e internacionalistas mostrado por Cuba después del derrumbe del socialismo europeo y de la ofensiva neoliberal. La persistencia de ese paradigma ha ejercido una importante influencia moral en el surgimiento de los nuevos procesos liberadores de América Latina. Su más rara virtud de político fue esa facultad de vislumbrar la evolución de un hecho hasta sus consecuencias remotas…pero esa facultad no la ejerció por iluminación, sino como resultado de un raciocinio arduo y tenaz. Su auxiliar supremo fue siempre la memoria y la usó hasta el abuso para sustentar discursos o charlas privadas con raciocinios abrumadores y operaciones aritméticas de una rapidez increíble.

Fidel fue como lo afirmara el poeta y sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal, “…una personalidad genial. Pero no es solamente un genio, sino muchos genios (…), es un gran genio de la oratoria, yo diría que no sólo es de los más grandes oradores de su tiempo sino de toda la historia (…). A diferencia de sus rivales los presidentes de Estados Unidos, que al decir de Gore Vidal no pueden escribir sus propios discursos sino tienen alguien que se los escriba, y a veces ni siquiera los pueden leer. Es un genio también en una gran cantidad de conocimientos. Es profundo en temas de agricultura, en temas de medicina, en economía (tal vez el más grande experto mundial en cuanto a la deuda externa), en electrónica, recursos energéticos, y muchas cosas más (…), puedo atestiguar que es una personalidad fascinante: afectuoso, de voz muy suave, cortés, y aun tierno. Familiariza con cualquiera desde el primer momento. Es ingenioso, ocurrente, y siempre hace reír… Todo esto explica que para el pueblo de Cuba haya sido un personaje indispensable, que haya gobernado por tanto tiempo (no por las armas, pues no gobierna por las armas) y que tenga tan inmensa popularidad. Y también que tenga los enemigos que tiene.” Nos hará falta indudablemente, pero también sabemos que su estirpe estará entre nosotros y esa es la mejor garantía de que pronto tendremos a otros como él, enraizado entre los condenados de esta tierra como lo escribiera Franz Fannón, el extraordinario líder de la revolución argelina. Por eso, hoy que finalmente su cuerpo volverá a ser tierra fértil, sabemos que nunca se irá de entre nosotros para desconsuelo de los poderosos.

¡Hasta siempre, Comandante!

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