Nada me han enseñado los años…
… Siempre caigo en los mismos errores, cantaba José Alfredo Jiménez. Y ese canto es el acicate de la pregunta: quienes dirigen la vacunación en Zamora, Michoacán, ¿Usan la experiencia de más de medio siglo que han acumulado enfermeras y médicos del sector público de salud o cada mañana ensayan a ver que sale tropezando de nuevo con la misma piedra como Julio Iglesias?
De la vacunación, las medidas de sana distancia, la rehabilitación de los centros hospitalarios y el mejoramiento general de las condiciones de trabajo y de vida, depende que en México y en todo el mundo salgamos adelante frente al Covid19.
Nada fácil pues mientras que algunos retos se van resolviendo -no sin dificultades- como la vacunación, otros parecen insuperables como el aseo personal y colectivo y el cambio positivo en las condiciones de vida y de trabajo. El encarecimiento de los artículos básicos (aceite para cocinar, tortillas, gas, etc.) y precarización del trabajo (despidos, horarios quebrados, bajos salarios), son las experiencias que a diario lastiman la mesa del trabajador.
Las recientes y viejas epidemias que diezmaron la población en el mundo (peste bubónica, Sigo XIV, Imperio Romano; gripe española, Siglo XX; SARS, 2002; gripe A-H1Ni, 2009; ébola) y los estragos que causa el nuevo síndrome respiratorio agudo severo, Covid19, no han sido suficientes para reeducarnos y enseñarnos a aprovechar las experiencias pasadas.
¿A quién le debemos la organización de la vacunación?
¿Es al gobierno federal a través de la Secretaría de Salud, de Bienestar o Defensa Nacional? ¿Son todas o ninguna? ¿Es el gobierno estatal, la jurisdicción 02 de? ¿Es el gobierno municipal? ¿Al Doctor Pavel García Morales? ¿A la licenciada Angelica Morales? ¿A Martín Samaguey o Carlos Soto? O, a ninguno?
Sin duda, lo que observamos, los beneficios que recibimos, lo que padecemos, son la resultante de decisiones, aspiraciones y omisiones de todos juntos. En estas acciones y omisiones, el comportamiento ciudadano juega un papel relevante. No somos ajenos al amontonamiento de gente en el Chamizal y en Romero de Torres; somos parte sustancial del aumento de contagios de ayer jueves 2 y hoy viernes 3.
Pero, ¿Quién debería conducir el proceso? Si una autoridad comunica un día: “se vacunará a los residentes de Zamora para iniciar el esquema en los jóvenes de 18 a 29 años” y otro funcionario afirma al día siguiente: “se vacunará a toda persona de 18 a 29 años que llegue a vacunarse, independientemente del municipio de donde venga”; si anuncian “la vacunación inicia el día primero”, y casi para empezar cambian: “el arranque es el 2 porque el día primero es la toma de protesta” Tiene sentido pedir como requisito entregar el comprobante de domicilio?
¿No pueden los distintos funcionarios ponerse de acuerdo antes de enviar mensajes a la población?
Fortalezas sub aprovechadas
En general, por conveniencia personal y por sentido de responsabilidad, la gente acude a vacunarse. De la más recónditas colonias de Zamora las personas se trasladan a pie, en bicicleta, autobús urbano o taxi; llueva, truene o relampaguee, desde un día antes o en la madrugada llegan a las sedes de vacunación.
Las largas filas, el tiempo de espera, el conceder permiso o perder un día de salario, es una muestra de que la gente tiene alta disposición a vacunarse pese a las dudas que generan los riesgos de recibir una sustancia de reciente formulación y sin amplio periodo de observación.
Reconocer esa voluntad, estimular la disposición, aportar información clara y oportuna, son faenas que puede y debe cumplir la autoridad. Y a los medios toca la responsabilidad de difundir sin confundir.
Aglomeración para contagiar
De entrada, una función de la autoridad es cultivar certidumbre; su faena primordial es velar por la seguridad de las personas. Entonces salta la pregunta -y exigencia- ¿Por qué los responsables de la prevención propician contagios masivos? Perdón por la interrogante, pero ¿Qué tienen en la cabeza?
El censo 2020 registra en Zamora a 38 mil 805 residentes de 18 a 29 años y las autoridades informaron de 27,260 vacunas de las que aplicarían 7 mil quinientas en cada uno de los días jueves 2 y viernes 3 de septiembre para continuar con el resto, 12 mil, los primeros días de la semana entrante.
Así, de entrada las 27 mil vacunas son insuficientes para atender a los 38 mil jóvenes. Si todos acuden al Chamizal y al IMSS Romero de Torres, faltarían 11 mil (11,545), pero no son 38,805 y si la cifra fuese exacta tampoco es seguro que quieran vacunarse y nadie los obligará excepto aquellos centros de trabajo, escuela, bares, casas de citas y expendios de cerveza que exijan el certificado de vacunación. Tampoco antes se presentaron los 75,156 zamoranos de 30-59 años ni los 25,034, más rucos de 60 y más.
¿Se puede reducir el amontonamiento?
Desde que el gobierno empezó a aplicar medidas preventivas a gran escala para contener la expansión del Covid19 he estado jodiendo con esta pregunta: ¿Quieren evitar o promover los contagios? Cerrar la plaza principal propicia que los peatones se aproximen más, que “se peguen” al transitar por la angosta superficie de la Morelos y por el tramo que va de Morelos al mercado de los dulces pasando bajo el edificio del gobierno municipal. Lo mismo aplica al cierre de negocios del centro con la apertura, sin restricciones, del mercado Hidalgo; o no barrer ni trabajar en la escuela pero sí participar en plantones o mítines.
¿Quieren minimizar la saturación de las calles aledañas a la Unidad Deportiva El Chamizal? ¿Les interesa decrecer el riesgo de contagios y los atropellamientos en la carretera Rinconada – Romero de Torres?
Sigo creyendo que es posible aplicar en Zamora lo que se ha hecho en pueblos más grandes e igual de educados o brutos como son Acapulco, Tepic y varias delegaciones de la ciudad de México.
¿Cómo? Tal como lo hacer cualquier ordeñador de El Cereso o Los Huacuares. Nadie intenta ordeñar a todas las vacas al mismo tiempo. Ni el más imprudente e inexperto ganadero lo hace. Lo mismo en la central del sur CDMX a Cuernavaca, Morelos que en el aeropuerto internacional: no se convoca a todos los autobuses para salir a Cuernavaca a la misma hora; no arriban ni despegan las aeronaves en los mismos horarios.
Una solución: convocar a los vacunables según el espacio de residencia y/o trabajo (colonia, pueblo) de residencia (El Porvenir, Salinas, a la Unidad Deportiva Poniente; Valencia, Pradera, Progreso, Cbetis; Jacinto López, Arboledas, Las Fuentes, Duero en Colmich o P”repa Federal”); por fechas y horarios en atención al orden alfabético del apellido paterno o materno (AB, los Aranda, Barrera, de 9 a 11 el jueves 2; CD, de 11 a 13 horas) o en atención a su signo del zodiaco (acuario, jueves en la mañana; virgo, viernes a medio día).
Otras opciones para no saturar podrían ser las preferencias por equipos de futbol, el tamaño de las orejas, etc. Algún criterio claro, identificable, que ayude a formar bloques de personas para programar la vacunación de un modo más fluido.
No es posible porque no sabemos cuánta gente se apellida González
En muchas ocasiones escuche a prominentes directivos zamoranos objetar la propuesta porque: uno, no se sabe cuánta gente se apellida Martínez, cuántos son Gutiérrez y hay muchos Hernández y poquitos Wong, Yáñez y Zaragoza; dos, la gente es indisciplinada; tres, es muy costoso hacer un plan que no hace falta; y, cuatro, siempre le hemos hecho así, juntos.
La autoridad dispone de varias fuentes para elaborar un listado (no es indispensable) y estimar cuánta población (aproximadamente) existe de cada letra inicial de los apellidos). Entre otras bases: relación electoral INE; listados de CFE, Telmex, SAPAZ, predial, inscripciones de las escuelas, registros parroquiales, clientes de Coopel, etc.).
Por ahora es costoso, física, económica y emocionalmente el modo en que se organiza la vacuna: Vayan todos al Chamizal y a IMSS-Romero a ver quién alcanza. Si acuden 1000 o 2000 a Romero quizá gastaron entre todos 80 o 160 mil pesos en taxis o su equivalente; si dejan de trabajar 4000 jóvenes por jornada estamos perdiendo unos 560 mil pesos de “a salario mínimo” (140 día).
Si creemos que el tiempo de estos 4 o 7500 jóvenes no cuenta, no vale, además estamos faltando el respeto.
Erróneo, innecesario procedimiento. Lo mismo puede no acudir ninguno que 38,805 individuos. Si se cuenta con 27,260 dosis y se aplican en tres días tal distribución equivale a 9087 diarias con 4,544 por sede o 568 vacunas por hora si se trabajan 8 horas por jornada sin fallas.
Se puede y se deben cambiar algunos componente de la vacunación: primero, establecer sedes más accesibles, con menos riesgos de atropellamiento o asalto, con más servicios de fotocopiado, ciber, transporte (Cbetis, Prepa federal, Unidad Deportiva Poniente; no IMSS Romero); convocar por grupos de 500 a 600 personas por hora (criterio: número de folio, orden alfabético, color de los calzones); tercera, incrementar en uno a cinco los 15 puestos de vacunación que hay en Chamizal (568 aplicaciones en 20 puestos el flujo es más manejable: 28 por hora); cuarta, lo más importante hoy: reglas entendidas, reconocidas y aplicables desde y por todos los puestos a lo largo de cadena mando, desde Pavel, Angélica hasta el señor que abre y cierra la puerta.
¿Dónde está el piloto?
Zamora, Michoacán, septiembre 3 de 2021
jseefoo@hotmail.com