Por desgracia, pronto nos enteramos que Peña Nieto era un tipo que en su vida no llegó a leer ni tres libros para vergüenza de los mexicanos. También pronto nos dimos cuenta que era un presidente hecho en Televisa como cualquier “performance” desarrollado para imponer un producto o mercancía para nuestro consumo, por lo que no es, y está cada vez más comprobado, un estadista o algo ínfimo que se le parezca.
Luego supimos que era un sinvergüenza sin recato que se puede atrever a pedir perdón por haberse endilgado una mansión de 10 millones de pesos, como regalo de uno de sus “amigos” por haberlo favorecido con grandes negocios, pero sin renunciar a la Presidencia de la República para someterse a juicio. Es decir: el perdón solicitado es más del “show”, preparado para intentar mejorar su deteriorada imagen y la de su gobierno y, por tanto, de su partido, al que últimamente no le ha ido nada bien.
Sabíamos que el teatro montado para que Peña Nieto nos inundara con “ríos de lágrimas de cocodrilo”, pidiéndonos perdón en cadena nacional, también tenía la intención de ocultarnos el penthouse que se ha regalado en Miami, Florida, por su extraordinario servicio a los más poderosos del país, incluido por supuesto, su clan de Atlacolulco.
Sabíamos de la enorme ambición que lo ha acompañado desde joven. Esa que le ha servido para actuar sin reservas con la finalidad de lograr lo que se ha propuesto, tal y como lo hizo en su gobierno en el Estado de México, en dónde burlándose de la ley y el sentido común, permitió que primero se desapareciera a la niña Paulette, para días después hacerla aparecer muerta debajo de la cama donde ésta dormía. Todo con la finalidad de que por un lado no se afectara a los implicados que eran una familia de abolengo y mucho dinero y segundo, para que no afectara su ruta hacia Los Pinos. O como ocurrió en la campaña presidencial que lo declaró ganador, y en la cual utilizó el apoyo de magnates y banqueros para cambiar tarjetas monex por votos o despensas intercambiables por un voto a su favor en famosas tiendas departamentales como Soriana o Coppel. Todo está plenamente documentado.
Después de todas esas revelaciones comenzamos a preguntarnos ¿qué cosa ha hecho por su cuenta Peña Nieto que debamos considerar como relevante para el currículum de una persona decente? Porque cuando le preguntaron sobre los libros que ha leído y que no pudo contestar, nos dimos cuenta que estábamos ante un ejemplar de primera de la zoología de animales dantescos que sólo el sistema político mexicano puede engendrar.
Hoy, cuando nos hemos enterado que para recibir el título de Licenciado en derecho de la Universidad Panamericana, tuvo que piratearse lo escrito por otros, no nos queda más que hacernos otra pregunta más: ¿Cómo le hizo para pasar el jardín de niños? ¿Le mintió a la educadora? ¿Sobornó a la directora?
Es un hecho que Peña Nieto es de lo peor que tenemos los mexicanos y que tal vez sea un castigo divino tenerlo de presidente, pues seguramente algo o mucho en el tiempo de nuestra historia hemos de haber hecho muy mal como para merecerlo.
Hasta hoy entiendo la insistencia de Peña por llevar a cabo una reforma educativa. Claro está que él no sabe nada de eso, pero intuye que es necesaria para mejorar la mala conducta de los engendros como él y de los cuales cada día brotan más y si no lo cree, tan sólo mire a los políticos de moda: Velazco en Chiapas; Duarte en Veracruz o Padrés en Sonora. Animales todos de la
misma calaña. Digo, es una hipótesis; porque podría ser que empírico como es él, no entienda ni madres de que significa una reforma educativa, cuando se sabe que todo lo que ha logrado lo ha alcanzado con trampa. Es más, ya en el paroxismo de las conjeturas (nada está lejos de la realidad cuando de Peña Nieto se trata), podría haber ocurrido que pensando en afectar a los maestros inventó la Ley del servicio profesional docente (LSPD) y la maquilló como reforma educativa para intentar engañarnos otra vez. ¿Qué quieren que haga, si está en su naturaleza?
En Los Pinos hemos tenido de todo y principalmente asesinos como Díaz Ordaz, Luis Echeverría o Carlos Salinas; borrachos como Calderón Hinojosa o “pasados” como Fox y sus constantes dosis de Prozac y; naturalmente, los ignorantes, de lo mejor que hemos tenido es Peña, del que estamos hablando y que no ha leído ni tres libros en su vida. ¿En verdad hizo una tesis?
Peña es una vergüenza. ¿Qué hará la Universidad Panamericana ahora que ha quedado al descubierto que Peña Nieto plagió el 30% de su tesis a otros autores? ¿Qué hará el PRI para responder en defensa de su presidente, ahora que le han asegurado que no está solo? ¿Quién en ese zoológico abrirá la boca primero? ¿Qué intentarán ahora contra Carmen Aristegui en esta nueva revelación contra Peña Nieto? ¿Los jóvenes mexicanos viéndose en el espejo del presidente se empeñarán en emularlo y mentirán para ir tras sus ambiciones? ¿Qué sorpresas más nos depara Peña que puedan llegar a verdaderamente indignarnos? Porque después de lo que hemos visto ya nada nos sorprende de él. ¿De verdad le vamos a permitir tanta burla?