“En política, si las cosas no cambian, es porque siguen igual”. Filósofo de Güemez. Personaje mexicano que se dice vivió alrededor de 1800.
La esencia autodestructiva del Partido de la Revolución Democrática a través de sus tribus prevalece ahora en Morena, el partido de Andrés Manuel López Obrador que nació de las disputas y venganzas entre perredistas, y por supuesto, Michoacán resulta prácticamente ejemplar en semejante realidad.
Ya desde la campaña proselitista algunos de los cercanos al candidato a gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, comentaban en voz baja los desencuentros que tenía con el candidato fallido, Raúl Morón Orozco.
El catalizador del conflicto fue el dinero para la campaña, Morón Orozco, dicen, se negó a entregarle los recursos que ya había recibido tras ser designado vía dedazo, candidato de Morena en Michoacán.
Las disputas continuaron con exigencias para que sus cercanos se mantuvieran en la estructura electoral de Alfredo Ramírez y que Morón fuera, además del líder estatal de Morena, el coordinador de la campaña, entre otras cosas.
De un lado y otro, los dimes y diretes se mantienen y fortalecen la pugna o cuando menos el distanciamiento, entre Ramírez Bedolla y Morón Orozco.
Ante la próxima determinación del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, respecto a si anula o no la elección a gobernador de Michoacán que se llevó a cabo el pasado 6 de junio, las disputas intestinas en Morena, se han arreciado, evidentemente ha crecido el temor ante la posible anulación.
Sirvan como ejemplos dos situaciones que se han presentado en los últimos días.
Uno, la declaración que hizo la ex perredista y actual diputada federal de Morena, Ana Lilia Guillén Quiroz, quien al parecer, grabó un audio para un chat privado, que luego hizo público ella o alguien que lo recibió, donde advierte que “mientras el tribunal no defina que Alfredo (Ramírez Bedolla) es el gobernador, está en posibilidades de no quedar; Silvano (Aureoles Conejo) está trabajando en ello y de dentro de Morena, le podemos poner nombre, Raúl (Morón Orozco) también está interesado en que se caiga esta candidatura, ya no lo puede negar, lo ha manifestado en uno o dos lugares; él está en la lógica de que su derecho sea tomado en cuenta, pero será tomado en cuenta en caso de que se caiga la candidatura de Alfredo”.
Semejante presunción no es nueva. Desde hace varias semanas se comenta del interés de Morón Orozco porque se anule la elección, en la esperanza de que ahora sí pueda ser el candidato de Morena y finalmente el gobernador de Michoacán.
Un interés y deseo natural para prácticamente toda la clase política, más aún para muchos de los integrantes del partido de López Obrador, que han abandonado los “barcos” que los hicieron parte de gobiernos y/o legislaturas, para llegar al que momentáneamente les brinda más oportunidades.
Así que no debe extrañar en absoluto, que Raúl Morón y todo su equipo, estén deseosos de que se anule la elección, eso les garantizaría el control completo y evitar la negociación con Alfredo Ramírez para ganar algunas posiciones, que conforme pasan los días, se les complican más; especialmente porque el gobernador electo parece tener claro que, para fortalecer su liderazgo, tendrá que alejarse cuando menos, de Morón Orozco y los ex gobernadores de lamentables y sospechosas administraciones, Leonel Godoy Rangel y Lázaro Cárdenas Batel.
El otro botón de muestra, es la reunión del pasado sábado en Huandacareo, donde a través de un comunicado se presume que “Raúl Morón Orozco, puso en marcha el fortalecimiento de su equipo político, con la definición de un plan que, además de estar apegado al mencionado proyecto de nación, respaldará la administración estatal”. Por supuesto, a sus seguidores les mandó una velada alerta para que estén listos para lo que sea, es decir, que no descarten otra contienda.
Dicho de otro modo, empieza a fortalecer su propia tribu al interior de Morena, al más puro estilo de donde viene Morón y la mayoría de los que ya tienen algún liderazgo o salieron premiados con candidaturas en Morena.
Es la manera en cómo se presiona al poderoso en turno, en este caso Alfredo Ramírez, para que entregue espacios en el gobierno y ganarlas al interior del partido de López Obrador.
Las batallas intestinas apenas comienzan, se agudizarán con el paso de los días, ya sea por la cercanía del fallo del Tribunal Electoral de Poder Judicial de la Federación y después, por la búsqueda de la candidatura a gobernador o bien, por las posiciones en el gabinete.
La historia no puede ser diferente cuando la mayoría de Morena, son esencialmente perredistas.
Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.