Por Témoris Grecko
Armando Arrieta Granados, del diario La Opinión de Poza Rica, lucha en el quirófanomientras escribo, al empezar la tarde del miércoles 29. Esa mañana le dieron cuatro balazos. Está grave y puede morir.
Lo mismo pudo haber pasado con Julio Omar Gómez, cuyo escolta cayó defendiéndolo cuando lo atacaron apenas el martes. Mi querido Israel Hernández, un joven y valiente periodista que es parte de mi colectivo, Ojos de Perro vs la Impunidad, estuvo a punto de recibir un tiro mortal el viernes pasado, cuando una bala casi le rompe la arteria femoral en un fuego cruzado entre sindicalistas. Y Gilberto Navarro también estuvo cerca de la muerte, en Guanajuato, porque un funcionario local lo atropelló intencionalmente el 7 de marzo.
Si durante el año de 2016 alcanzamos un ritmo de un periodista asesinado al mes, en marzo vamos con uno por semana: Cecilio Pineda el día 3, Ricardo Monlui el 19 y Miroslava Breach el 24. Pero si los cuatro sobrevivientes hubieran muerto, desgraciadamente tendríamos siete caídos en marzo. Un récord.
Lo de mi amigo Israel fueron gajes del oficio. Aunque sólo hasta cierto punto: como ha ocurrido en otros casos, la policía (en este caso la municipal de Boca del Río, Veracruz) dejó transcurrir el enfrentamiento, lo que produjo víctimas fatales, además de los heridos (me informa Israel que su medio de comunicación, Imagen, se ha hecho cargo de sus gastos médicos, lo cual es una obligación que con frecuencia no se asume).
Pero en los otros seis casos, los de los tres periodistas muertos y los de los tres que -hasta el momento en el caso de Armando- sobreviven, se trató de ataques específicamente dirigidos contra ellos.
Armando, Cecilio y Julio Omar estaban bajo custodia del Mecanismo de Protección a Defensores y Periodistas. Además, Pedro Tamayo, a quien mataron en julio del año pasado, estaba a cargo del similar veracruzano de este aparato. De los cuatro colegas, sólo a Julio Omar le sirvió esta defensa: Armando, Cecilio y Pedro se suman a los fracasos conocidos del Mecanismo.
Esta escandalosa violencia mantiene a México entre los cinco países más peligrosos del mundo para los periodistas. La diferencia con vecinos tan atractivos como Siria, Irak, Yemen y Libia, es que estos cuatro se han colapsado y aquí, se supone, las instituciones sí funcionan.
Como se ve, esto no es muy cierto en el caso del Mecanismo y mucho menos en el de la otra entidad creada, según se dijo, para cambiar esta situación: la Fiscalía Especializada en Delitos contra la Libertad de Expresión (FEADLE).
En la teoría, en lugar de que los periodistas amenazados o agredidos tengan que recurrir a las fiscalías o procuradurías locales, a lidiar con agentes que en el mejor de los casos no entienden las complejidades del ejercicio periodístico y, en el peor escenario, forman parte de las mismas bandas o estructuras que amenazan, agreden y asesinan a reporteros, el propósito de la FEADLE era facilitar las cosas con funcionarios ajenos a las complicidades criminales y entrenados para entender las dificultades del periodismo. En los hechos, sin embargo, los comunicadores que tienen que recurrir a la FEADLE se enfrentan a un monstruo burocrático que de entrada les hace más difíciles las cosas y que con frecuencia termina haciéndolos sentir amenazados.
FEADLE: FRACASO MILLONARIO
Además de que la FEADLE sirve para muy poco, además de hacernos gastar mucho dinero:
Según su informe del año pasado, entre julio de 2010 y agosto de 2016, esta Fiscalía integró 798 averiguaciones previas. De ese total, sólo 101 decantó en consignaciones ante el juez: el 12.65%. Y de todas éstas, sólo logró dos sentencias condenatorias. Esto significa que su índice de fracaso es del 99.75%.
Algunas personas toman este porcentaje como el índice de impunidad general en agresiones contra periodistas: es un error porque sólo se refiere a aquellos casos que la FEADLE quiso atraer. Pero hay un número indeterminado de casos que se ha negado a asumir, dejándolos en el fuero local.
Y nos sale bastante caro: entre 2012 y 2015, la Fiscalía recibió un presupuesto de 80 millones 98 mil 565 pesos. En ese mismo lapso, logró solamente 47 consignaciones de presuntos culpables de delito. Si se valora por cada consignación entonces el costo promedio de cada una –lo que pagamos por ellas- es de 1 millón 601 mil 971 pesos 3 centavos.
En un debate que sostuvimos Anabel Hernández y yo en la Cámara de Diputados con el titular de la FEADLE, Ricardo Nájera, en el marco de un foro convocado por el diputado Virgilio Caballero en octubre pasado, el fiscal dijo que los periodistas somos muy buenos investigadores y nos invitó a colaborar con su dependencia para mejorar su eficacia.
Le contesté que si siente que con su presupuesto, su infraestructura y su personal no puede llevar a cabo las tareas por las que pagamos, que los ceda a una nueva institución integrada por ciudadanos, a una fiscalía independiente formada por personas que sí puedan y sí quieran hacer el trabajo.
En realidad, la FEADLE fue creada con el solo propósito de tener a quién echarle la culpa: el verdadero papel de fiscal Nájera es servir de saco de boxeo para distraernos a quienes queremos reclamar por esta situación de caos, en lugar de que le presentemos las exigencias al procurador y al presidente de la República.
Probablemente es tiempo de que dejemos de dirigirnos a un funcionario que no está ahí para atendernos, sino para torearnos, y que le presentemos exigencias a su jefe, Enrique Peña Nieto. Pero él no tiene tiempo para pensar en esta situación, ni para enviar un mensaje de condolencias, por ejemplo, a la familia de Miroslava Breach: sí lo tiene para lamentar el atentado de Londres y para indignarse porque señalan al Ejército de los abusos por los que hay que señalarlo.
EPN dice que la crisis sólo está en la mente. Pues a su mente tenemos que ir con esta crisis.
CRUCE DE CAMINOS
Al subdirector de Nexos, Héctor de Mauleón, le han enviado tuits con amenazas de muerte por su labor periodística, a nombre de un tal “El Patrón”. También nos los han estado haciendo a Denise Dresser, Alberto Escorcia, Andrea Noel, Álvaro Delgado, Lydia Cacho, Béla Braun, a mí y a otros. El director de Nexos, Héctor Aguilar Camín, se quejó en un artículo en Milenio de que “la solidaridad del gremio brilla por su ausencia” en el caso de De Mauleón.
Cuando lo publicó, el 10 de marzo, ya habían matado a Cecilio Pineda y atropellado a Gilberto Navarro. Luego vinieron los asesinatos de Ricardo y de Miroslava, y los ataques contra Jesús Omar, Armando e Israel.
Pero Aguilar Camín no acudió ni acompañó desde lejos la marcha de protesta del sábado. No ha escrito artículos cuestionando la solidaridad del gremio. Ni lanzado un tuit de consuelo para las familias.