PRIMER TESTIGO EN EL CASO DE LOS CALCINADOS DE ÁLVARO OBREGÓN; FUE LA POLICÍA QUIEN LEVANTÓ A LAS VÍCTIMAS. Capítulo 1

POR ANDRÉS RESILLAS

Es una guerra legal.

El juicio oral para juzgar si son culpables o no Juan Antonio Arreygue y cuatro policías de Alvaro Obregón del homicidio de 10 personas calcinadas el 29 de julio del 2016 en un predio de San Juan Tarameo en Cuitzeo ya inició en medio de gritos y de intensos debates.

La historia empieza a tejerse a través de la presentación del primero de 37 testigos.

Su nombre Juan Luis, padre de una de las víctimas. Hombre maduro que supera los 60 años y que aguantó a pie firme los embates de la defensa: esta es su versión.

“Tengo una empresa de mantenimiento industrial en Álvaro Obregón. El 30 de julio a las cero horas me despertaron unos empleados míos para decirme que a mi hijo y a otros muchachos los había levantado la policía municipal. Los trabajadores de nombre Miguel, Héctor y una muchacha de nombre Cristina me dijeron que no los encontraban, que no estaban detenidos en la comandancia.

“Fue entonces cuando decidió iniciar la búsqueda en otros lados como Indaparapeo, Zinapécuaro, Charo, incluso venimos a la barandilla de Morelia, a la Cruz Roja y hasta el Cereso Mil Cumbres, pero todo fue inútil, no los hallamos.

“A los muchachos los levantaron en una esquina donde se ubicaba la tienda Los Arcos, como a las 11 y media de la noche del 29 de julio; estaban tomando cervezas en la vía pública cuando de pronto llegó la policía y los comenzó a golpear y subieron a todos en las patrullas y en una camioneta pick up roja marca Toyota propiedad de la empresa mía.

“Todo esto lo sé porque me lo contó Cristina, ella estaba con el grupo tomando cerveza y junto con un joven de nombre Giovanni fueron los únicos que no arrestaron: ambos dijeron claramente que se trataban de policías de Álvaro Obregón.

“Como a las dos de la mañana, decidí llamarle por teléfono al alcalde. Me contestó que no sabía nada. Que investigaría y que me regresaría la llamada, lo que no hizo nunca. Lo escuché raro, estaba mal, arrastraba mucho las palabras.

“Me insistió de que si estábamos seguros que fue la policía de Álvaro Obregón, le dije que sí, que todo mundo los conocía en el pueblo y que eran ellos.

“Ya por la mañana me avisaron que habían encontrado una camioneta con varios cuerpos calcinados cerca de la comunidad de San Juan Tarameo; llegué al lugar y todavía al vehículo le salía humo; aquello era horrible, ya había mucha gente, de la Procuraduría de Justicia y de otras partes.

“Un agente ministerial me detuvo, no me dejó pasar; le dije que quería verificar, pues entre el grupo podría estar mi hijo y que la camioneta era muy parecida a la nuestra. No me dejaron pasar y el agente empezó a interrogarme.

“Pero yo no quise declarar todo, porque había personas sospechosas que querían oír lo que le estaba diciendo al policía, incluso estaban grabando con sus celulares nuestra conversación; nos subimos a una camioneta para más privacidad, pero la gente nos seguía rodeando.

“Mi hijo no tenía problemas con nadie, como para que quisieran matarlo; él tenía una mezcalería y trabajaba en mi empresa como Supervisor, no se dedicaba a nada más.

“Todos sabemos en el pueblo que fue la Policía Municipal, incluso les hicimos una manifestación en la comandancia para decirle al alcalde que entregara a los policías responsables del levantamiento de los jóvenes.

“En Álvaro Obregón la gente tiene miedo; miedo al presidente municipal que está preso. Hay un ambiente de zozobra pues todos saben cómo se manejan las cosas ahí por parte del presidente municipal y su gente.

LA DEFENSA ATACA

La versión del testigo era clara: acusaba a la Policía Municipal de haber levantado y asesinado al grupo de jóvenes.

La defensa inició el contra interrogatorio y presionó al testigo para confirmar varios datos: el número de entrevistas, el número del celular del alcalde, la manera como supo de los hechos; las fechas de las entrevistas. Fue desgastante.

“Fue tal la presión del abogado defensor sobre el testigo, que un hombre alto y fornido, se paró de pronto en la sala y le gritó al abogado:

“No estás viendo que no se acuerda pendejo. Qué poca madre la tuya cabrón!! Todos en la sala nos sorprendimos. Los jueces no lo podían creer.

El tipo salió de inmediato de la sala y el juez presidente del Tribunal de Enjuiciamiento paró la audiencia y le aclaró al público que si no iban a soportar el debate entre las partes, mejor se salieran. Y que la persona que insultó a la defensa recibiría un apercibimiento.

La audiencia empezó a las nueve de la mañana y terminó a las tres y media de la tarde. Acudieron muchos familiares de las víctimas y de los acusados. El juicio va para largo; será desgastante. El presidente del Tribunal empezó a mostrar signos de hastío en su rostro.

La guerra legal empezó y el resultado es incierto. Hay muchas, muchas interrogantes.

En la apertura la defensa acusó a la Procuraduría de no seguir e ignorar otras líneas de investigación sobre las causas de los homicidios. La Fiscalía por su parte afirmó que los cinco acusados son responsables del latrocinio.

Sin embargo, como marca la ley. Los acusados son inocentes hasta que se pruebe lo contrario y lo confirmen los jueces……veremos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *