RESINEROS PIDEN AYUDA AL GOBERNADOR: ESTÁN EN LA RUINA

POR ANDRÉS RESILLAS

A raíz del confinamiento por la pandemia del coronavirus y la paralización de las actividades productivas, también se dejó de comercializar la resina que producen los bosques michoacanos, que le dan sustento a cuatro mil familias en la entidad, las cuales se quedaron sin ingresos.

En un frente conformado por empresas forestales, familias resineras y jornaleros lanzaron un llamado a las autoridades para que les apoyen en estos momentos de aguda crisis económica. Este es el pronunciamiento que hicieron público.

Pronunciamiento de ejidos, comunidades y organizaciones forestales de Michoacán

18 de agosto de 2020

Ing. Silvano Aureoles Conejo

Gobernador de Michoacán

Presente

El valor de la producción forestal de Michoacán es de alrededor de 1,200 millones de pesos, lo que incluye la venta de madera y de resina (500 mil metros cúbicos de madera en rollo y 25 mil toneladas de resina de pino, respectivamente).

De la recolección de resina, una de las actividades comerciales del bosque, viven alrededor de 10 mil familias en Michoacán (alrededor de 4 mil familias recolectoras de resina en la región Oriente, 3 mil en la región Centro y otras 3 mil familias se ubican en comunidades indígenas de la Meseta Purépecha).

Desde el pasado mes de marzo se redujo considerablemente la demanda de resina por parte de las industrias y desde mediados de abril están prácticamente suspendidas todas las actividades industriales y, consecuentemente, las y los recolectores de resina se han quedado sin ingresos desde hace 5 meses.

Los ingresos que las familias obtienen por la recolección de resina -alrededor de 50 mil pesos por año- los destinan casi en su totalidad a cubrir sus necesidades básicas de alimentación y a la compra de cuadernos, lápices y utensilios para las actividades escolares de niños y niñas.

Dada la falta de estos ingresos, ahora la mayoría de las familias recolectoras de resina está acudiendo al bosque para recolectar hongos, quelites y diversas plantas comestibles, con las cuales sustituye o complementa la canasta básica alimentaria. Además de la recolección también se está incrementando el número de cazadores en busca de carne de monte. Al término de la temporada de lluvias estas opciones de alimentos silvestres desaparecerán. Solamente les quedará la alternativa de derribar los árboles de pino y convertirlos en trocería para malbaratarlos con los intermediarios y obtener un poco de ingresos para sus familias.

Hoy estamos ante el grave riesgo de que una actividad productiva tan rentable y antigua como es la producción de resina se menoscabe para dar paso al cambio de uso de suelo, lo que permitiría el avance de la frontera agrícola a través de las huertas de aguacate y de moras, la expulsión masiva de familias, así como el debilitamiento de la organización comunitaria y el avance de actividades criminales. Cabe recordar que el 30 por ciento del suministro del agua del Sistema Cutzamala proviene de la captación de agua que realizan los bosques de Michoacán. Es decir, que la desaparición de estos bosques también comprometería la provisión de agua de millones de personas en la Ciudad de México y el área metropolitana, por lo que las consecuencias se magnificarían.

La mayoría de las y los recolectores de resina no tienen acceso a la tierra, es decir, no son ejidatarios o comuneros, sino personas avecindadas en cada núcleo agrario. Las y los recolectores obtienen su sustento de la extracción de resina de pino y, para ello, pagan una renta por esos árboles a los ejidos y comunidades. De eso viven. No están registrados en el IMSS ni en ninguna otra institución de salud y aunque en el nuevo sistema de salud la atención primaria es universal, para estas comunidades es muy limitado el acceso a medicamentos y a atención médica especializada, por lo cual están en el desamparo ante cualquier enfermedad grave.

El Covid-19 ha golpeado severamente a todos los eslabones de la industria resinera, sin embargo, los más afectados, son las personas que viven en el bosque. Se trata de familias recolectoras de resina que, paradójicamente, son los mejores silvicultores y defensores de los bosques que hay en Michoacán. Como su economía depende de la permanencia del bosque, ellos protegen y cuidan cada árbol. A pesar de que no son los dueños de los territorios, año con año se organizan para la prevención y combate de incendios forestales en las áreas donde tienen sus medios de vida.

Señor Gobernador: es de la mayor relevancia que se diseñe un programa emergente para atender a estas familias. Esas 10 mil familias representan entre 40 y 50 mil personas, la mayoría niños y jóvenes que corren el riesgo de pasar de ser pobres a extremadamente pobres, inclusive a un nivel de pobreza alimentaria.

Nos permitimos recordar a Usted -que vivió una parte de esa etapa en la región Oriente de Michoacán- el colapso de los precios de la resina que se dio a finales de la década de los ochenta y principios de los noventa. Los bosques que eran resinados por los ejidos ubicados en la región Oriente se dejaron de aprovechar por los bajos precios de la trementina, y entonces los ejidatarios y algunos otros actores de la región optaron por derribarlos para subsistir. Hoy, con la expansión descontrolada del cultivo del aguacate, la amenaza y la presión para desaparecer los bosques resineros es mucho mayor.

Luego de circunstancias desafortunadas, algunas personas coludidas con bandas criminales vieron a los bosques como un botín. En un breve periodo, los recursos forestales de aquella región fueron arrasados. Fue un verdadero desastre ambiental.

Le solicitamos atentamente que usted, como Gobernador conocedor de la gente que vive en los bosques michoacanos, impulse un programa para:

1. Asegurar la asignación de un ingreso mínimo suficiente para satisfacer la canasta básica alimentaria para las familias de los recolectores de resina de pino. El costo ponderado de la canasta básica alimentaria es de alrededor de 3,200 pesos mensuales, monto mínimo que deberá ser garantizado a estas familias por lo menos hasta el próximo año, cuando se espera que se logre la reactivación de la cadena productiva de la resina de pino.

– La asignación de estos recursos podría ser a través de esquemas de trabajo temporal que permitan asegurar la conservación del bosque con trabajos de vigilancia, podas, aclareos, reforestaciones, protección contra incendios, etc.

– Considerar la asignación de recursos con un enfoque de igualdad de género y garantizando la participación de jóvenes y mujeres sin derechos agrarios. La carencia de derechos sobre la tierra en muchos casos les impide a las familias acceder a apoyos de gobierno federal como los de Conafor y Sembrando Vida.

2. Impulsar un programa de emergencia para el acopio de resina de pino de estos productores, ya sea a través de la capitalización de las industrias de procesamiento del sector social o bien como un ente intermediario. Los padrones de las y los resinadores del estado se pueden elaborar a partir de los registros de las industrias de procesamiento del sector social y deberán hacerse públicos para evitar un uso indebido de esos recursos, abonando a un proceso ejemplar de transparencia.

– Apoyo dirigido a las resineras comunitarias de la Asociación Regional de Interés Colectivo y a las ubicadas en las comunidades indígenas de San Francisco Cherán, Nuevo San Juan Parangaricutiro y San Francisco Uruapan para la reactivación de las cadenas de valor. Incluso, considerar el impulso a una nueva resinera social que tenga tecnología de punta para elaborar derivados de la brea y del aguarrás que abran otros mercados.

3.  Impulsar la creación de un Fondo de Emergencia para la atención, reactivación y fortalecimiento de las industrias sociales resineras de Michoacán, para acelerar el proceso de reactivación de esta cadena productiva y para conservar todos los empleos directos e indirectos del sector social. El Fondo de Emergencia podría ser híbrido y tener con las siguientes características de operación:

– Que la mayor parte de los recursos se destinen al financiamiento para la reactivación de las industrias sociales resineras (capital de trabajo y otros conceptos financieros).

– Que otra parte del fondo sea destinado a impulsar la inclusión de las y los jóvenes avecindados sin acceso a la tierra en la cadena productiva de la resina o de otras actividades relacionadas con el manejo de los bosques, para que no se vean obligados a abandonar los territorios por falta de medios de vida.

– Complementarlo con un programa de impulso al cuidado y restauración de los bosques (dirigido específicamente a las familias recolectoras de resina).

4. Fomentar la organización de las comunidades y ejidos resineros para fortalecer el manejo forestal comunitario y darles la capacidad de negociación que requieren ante la volatilidad del precio de la resina que es unilateralmente fijado por parte de la industria y que no siempre favorece la producción primaria.

Reactivar la actividad de las familias resineras es de la mayor importancia; son uno de los sectores más desprotegidos de Michoacán, a pesar de que su labor es fundamental para garantizar el buen manejo y conservación de los bosques que aún quedan en el estado.

El bienestar y conservación de los bosques depende, en gran medida, del bienestar de las personas que los manejan. Las y los resinadores son los verdaderos silvicultores de los bosques michoacanos; con su actividad productiva evitan la deforestación y mejoran la calidad de los servicios ambientales que éstos proveen, entre ellos la recarga de acuíferos, la captura de carbono, la conservación del suelo y la biodiversidad y la regulación de la temperatura.

Sin campesinas y campesinos no hay bosques.

Comunidades y ejidos que respaldan el presente pronunciamiento

1. Comunidad Indígena Cherán, Cherán, Meseta Purépecha.

2. Comunidad Indígena Patamban, Tangancícuaro, Meseta Purépecha.

3. Comunidad Indígena San Bartolo, Cuitareo, Hidalgo, Oriente.

4. Comunidad Indígena San Pedro Jacuaro, Hidalgo, Oriente.

5. Ejido Aputzio de Juárez, Zitácuaro, Oriente.

6. Ejido Landeros, Susupuato, Oriente.

7. Ejido Agostaderito, Hidalgo, Oriente.

8. Ejido Ajolotes, Hidalgo, Oriente.

9. Ejido Arroyo Seco, Aporo, Oriente.

10. Ejido Asoleadero, Tuzantla, Oriente.

11. Ejido Colmena y Parritas, Jungapeo, Oriente.

12. Ejido El Aguacate, Tuxpan, Oriente.

13. Ejido El Barro, Jungapeo, Oriente.

14. Ejido El Chaparro, Hidalgo, Oriente.

15. Ejido Epunguio     Irimbo Oriente.

16. Ejido Hervidero y Plancha, Ocampo, Oriente.

17. Ejido Huaniqueo, Hidalgo, Oriente.

18. Ejido Taretan, municipio de Taretan.

19. Ejido La Granja, Hidalgo, Oriente.

20. Ejido Los Sauces, Jungapeo, Oriente.

21. Ejido Manzana De Carindapaz, Senguio, Oriente.

22. Ejido Mártires Del Chaparro, Tuzantla, Oriente.

23. Ejido Mata De Pinos, Hidalgo, Oriente.

24. Ejido Morelos (antes Siripeo), Hidalgo, Oriente.

25. Ejido Piedra Parada, Hidalgo, Oriente.

26. Ejido Pucuato, Hidalgo, Oriente de Michoacán.

27. Ejido Puerto De La Mula, Jungapeo, Oriente.

28.  Ejido San Lucas Huarirapeo, Hidalgo, Oriente.

29.  Ejido San Matías, Hidalgo, Oriente.

30.  Ejido San Pedro Jacuaro, Hidalgo, Oriente.

31.  Ejido Santiago Tuxpan, Tuxpan, Oriente.

32. Ejido Jucutacato y su anexo: La Cañada, municipio de Uruapan.

Organizaciones, asociaciones y personas adherentes

1. Asociación Regional de Interés Colectivo Lázaro Cárdenas (ARIC). Representante: Abel Tello.

2. Resiliencia y Desarrollo Comunitario, AC. Representante: Juan Manuel Barrera.

3. Grupo Interdisciplinario de Tecnología Rural Apropiada, AC (GIRA). Representante: Jaime Navia.

4. Consejo civil mexicano para la Silvicultura Sostenible AC (CCMSS). Representante: Sergio Madrid 5. Red Mexicana de Organizaciones Campesinas Forestales secciones Michoacán y nacional (Red MOCAF). Representante: Jaime Díaz.

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